Estadounidense Conocida como una belleza de Hollywood, Megan Fox siempre se sintió fea porque sufría del síndrome dismórfico corporal.
El trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno de salud mental en el que las personas se preocupan por defectos físicos que otros no pueden ver. Desde su punto de vista, incluso los problemas físicos menores pueden causar baja autoestima, tristeza y estrés.
"No puedo verme como me ven los demás", compartió la belleza de 37 años en una entrevista con Sports Illustrated Swimsuit 2023. También ha hablado abiertamente sobre su enfermedad mental en el pasado.
Este síndrome comparte muchas similitudes con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), causando angustia a largo plazo. Una forma típica de TDC es el trastorno obsesivo-compulsivo, que suele afectar a los hombres.
El TDC afecta negativamente la salud mental y la autoestima. Muchos pacientes sufren a diario ansiedad, depresión e incluso pensamientos suicidas. Se vuelven solitarios y tienen dificultades en sus relaciones cotidianas.
El trastorno dismórfico corporal es diferente de los trastornos alimentarios: un enfoque obsesivo en el peso que a menudo conduce a dietas extremas y conductas de ejercicio, dice Ramani Durvasula, psicóloga clínica de la Universidad Estatal de California.
Las preocupaciones de las personas con TDC a menudo no se centran en problemas visibles como cicatrices, altura o sobrepeso. Los defectos suelen ser insignificantes comparados con la angustia y la ansiedad que causan, explica el Dr. Durvasula. Por eso, muchas personas atractivas aún se sienten cohibidas.
Razón
Según expertos de la Asociación Estadounidense de Trastornos de Ansiedad, no existe una causa específica para el TDC. Este trastorno afecta a aproximadamente uno de cada 50 estadounidenses, y afecta por igual a hombres y mujeres.
El trastorno suele aparecer durante la adolescencia, un período particularmente difícil para los jóvenes porque sus cuerpos están experimentando muchos cambios.
En algunos casos, existe una predisposición genética, afirma Ann Kearney-Cooke, psicóloga de Cincinnati. En otros casos, el trastorno se desencadena por experiencias negativas en la infancia, como abuso, negligencia o acoso escolar. La persona se vuelve entonces sensible a los defectos físicos.
La cultura también influye. El perfeccionismo, según Kearney-Cooke, puede provocar una mayor autoobsesión en algunas personas. No tiene cura y su gravedad aumenta con el tiempo.
La actriz Megan Fox en la revista Glamour. Foto: Glamour
Síntoma
Los síntomas varían de persona a persona, pero un síntoma común es la preocupación constante por un defecto físico. Esto lleva a comportamientos obsesivos como mirarse al espejo durante largos periodos y tomarse múltiples fotos con el teléfono para evaluar sus defectos. A menudo se sienten avergonzados o intentan ocultar sus problemas, buscando consuelo y comparándose con los demás. Esto se agrava en la era de las redes sociales.
Además del daño psicológico, el trastorno puede causar pérdidas económicas. En muchos casos, los pacientes deciden someterse a cirugía estética, participar en costosos tratamientos dermatológicos e intervenciones dentales. Según los expertos, este comportamiento alivia temporalmente el sufrimiento. Sin embargo, la obsesión persiste y se acumula con el tiempo, lo que provoca un aumento de las necesidades. A partir de ahí, los pacientes continúan buscando servicios médicos para cambiar su apariencia, en un círculo vicioso.
Diagnosticar
Actualmente no existe una prueba universal para diagnosticar esta afección. Quienes sospechen que la padecen deben consultar con un profesional médico o psicólogo para obtener una evaluación más precisa.
Los médicos generalmente consideran si las obsesiones o preocupaciones de una persona están interfiriendo en su vida, causándole "angustia social y ocupacional", dice el Dr. Durvasula.
“Por ejemplo, algunas personas gastan tanto tiempo o dinero preocupándose por su apariencia que no pueden ir a la escuela o no tienen trabajo. No socializan con sus amigos, pierden sus conexiones sociales”, dice Durvasula.
El TDC es tratable, pero no curable. Las opciones de tratamiento varían según el paciente, pero los médicos suelen recomendar una combinación de terapia cognitivo-conductual y medicación.
“Tratamos de enseñar a las personas a identificar cuál es su forma de pensar y cómo contrarrestar su pensamiento distorsionado”, dice Kearney-Cooke.
Thuc Linh (según el Washington Post )
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