Con la visión de que " La educación no se trata de imponer, sino de acompañar", desde que los niños eran pequeños, el maestro Tran Manh Cuong y su esposa, de la ciudad de Tam Hong (Yen Lac), no impusieron ni presionaron a sus hijos con expectativas, sino que crearon condiciones para que se desarrollaran de acuerdo con sus propias habilidades, intereses y valores.
El Sr. Cuong conversa activamente con sus hijos como si fueran amigos; crea un grupo Zalo con padres y dos hijos para conversar, compartir e intercambiar información sobre el estudio, la vida y crear vínculos. El Sr. Cuong ayuda a sus hijos a desarrollar un sentido de autoestudio y a elaborar un plan de estudio con objetivos adecuados; al mismo tiempo, los guía sobre cómo estudiar eficazmente.
En particular, la pareja siempre educa a sus hijos para que vivan una vida bondadosa y amorosa. Gracias a esa compañía responsable, los hijos del Sr. Cuong se han desarrollado integralmente; actualmente, la hija mayor se graduó de la universidad y trabaja en Hanói ; el hijo es un excelente estudiante de 12.º grado en la escuela secundaria Yen Lac.
La familia de la Sra. Phan Thu Hang, de la comuna de Vu Di (Vinh Tuong), es una gran inspiración para la vida y el amor incondicional. La Sra. Hang y su esposo trabajan por cuenta propia, carecen de recursos y la vida se les hace aún más difícil cuando sus tres hijos padecen discapacidades motoras congénitas, con acalambres en las extremidades y dificultad para moverse. Reprimiendo el dolor, la pareja perseveró para llevar a sus hijos a la escuela y llevarlos a clase.
No solo apoyan a sus hijos en sus difíciles etapas, sino que también los animan y motivan constantemente a superar su complejo de inferioridad, a estudiar con ahínco, a vivir con sueños y a estar llenos de amor. Así, los tres hijos de la Sra. Hang crecieron no con piernas sanas, sino con el amor, la educación y el sacrificio inagotables de sus padres.
La hija mayor de la Sra. Hang, Nguyen Thi Tuyet Nhung, está estudiando una maestría en Práctica y Liderazgo en Discapacidad con una beca del Gobierno australiano; su segunda hija, Nguyen Phan Lan Anh, se graduó de la Universidad de Educación de la ciudad de Ho Chi Minh, con especialización en Psicología; su hijo menor es un excelente estudiante en la Escuela Primaria y Secundaria Vu Di.
La Sra. Hang confesó: «Criar hijos nunca ha sido fácil, sobre todo cuando solo somos agricultores y mis hijos tienen enfermedades congénitas. Pero siempre he creído que, con amor, compañerismo y fe, mis hijos crecerán para ser buenas personas, útiles a la sociedad. Lo que deseo es que mis hijos vivan sanos, sean responsables de sí mismos y valoren el amor y la lealtad».
La historia de la familia del Sr. Cuong y la Sra. Hang demuestra que el éxito de un niño no se determina por el punto de partida, sino por la actitud, la conciencia y el comportamiento de los padres en el proceso de crianza y educación. La familia es donde los niños nacen, crecen, aprenden a amar, distinguen el bien del mal y forman su personalidad inicial.
El comportamiento, las palabras y la conducta de los padres son las primeras lecciones que tienen un impacto duradero en el alma y la personalidad de los niños. Las escuelas enseñan a los niños conocimientos y habilidades, pero las familias son donde se siembran la moralidad, el estilo de vida y la humanidad. La educación no es un proceso de "llenar" conocimientos, sino un proceso de "iluminar", y los padres son los primeros en iluminarla, con amor, compañerismo, responsabilidad y sacrificio.
En la sociedad tradicional vietnamita, la familia siempre ha desempeñado un papel fundamental en la educación de los hijos. No solo enseña letras, sino que también inculca la moral, la etiqueta, la bondad y la piedad filial. Muchas familias han combinado con flexibilidad la severidad y la amabilidad, creando un entorno saludable para que los niños se desarrollen en armonía. Sin embargo, en la vida moderna, muchos padres, para ganarse la vida, han descuidado involuntariamente su función educativa.
Algunos padres creen que proporcionar suficientes bienes materiales es cumplir con sus responsabilidades parentales, olvidando que sus hijos necesitan ser cuidados, escuchados, comprendidos y guiados por sus familias. Muchos problemas preocupantes, como un estilo de vida relajado, la indiferencia, la presión académica, la depresión, etc., se derivan de la falta de compañía y guía parental.
Algunas personas, por amor a sus hijos, les imponen sus propias expectativas, lo que los hace sentir presionados y desorientados. Otras son indulgentes y carecen de disciplina, lo que provoca que los niños carezcan de independencia y habilidades para la vida. El amor sin vigilancia ni responsabilidad puede fácilmente convertirse en presión o laxitud, perjudicando el desarrollo infantil.
En ese contexto, construir un entorno educativo familiar eficaz requiere una herencia selectiva de la tradición, combinada con métodos modernos. Educar a los niños requiere no solo un corazón cálido y amoroso, sino también comprensión y perseverancia.
A veces, un abrazo, una palmadita en el hombro, una palabra de aliento o un momento en que los padres pasan tiempo con sus hijos, escuchándolos compartir... es suficiente para nutrir su espíritu y personalidad. Enseñar a los niños a ser educados, a disculparse, a ayudar a los demás, a controlar sus emociones... son lecciones valiosas que se originan en las cosas sencillas que los padres inculcan en sus hijos cada día.
La familia no es solo un lugar para nutrir lo físico, sino también el alma, la moral y la inteligencia. Educar a los hijos es un camino sin atajos. Con amor, sacrificio y responsabilidad, la familia es la primera guía, la compañera en el camino hacia la madurez de cada joven. Una buena familia formará buenas personas, y esas buenas personas son la base sólida de una sociedad civilizada, humana y progresista.
Artículo y fotografías: Minh Huong
Fuente: http://baovinhphuc.com.vn/Multimedia/Images/Id/130253/Va-tro-cua-gia-dinh-trong-giao-duc-con-tre
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