París permite a los comercios añadir mesas y sillas en espacios públicos, lo que genera ganancias para los negocios pero provoca quejas de los residentes.
El sonido de las copas resuena mientras la multitud disfruta de un rosado frío con queso en los cafés y restaurantes del barrio de la Bastilla de París. Los camareros se abren paso entre la multitud con bandejas de ostras. Los niños juegan a la mancha, a veces corriendo hacia sus padres. Los turistas piden bebidas y toman fotos de sus viajes por Europa para Instagram.
Los clientes comen sentados en las terrazas de los restaurantes parisinos en verano. Foto: París desbloqueado
La capital francesa es conocida desde hace tiempo por su cultura de cafeterías. Antes de la pandemia, había alrededor de 13.000 tiendas con espacios al aire libre. Para apoyar a los negocios que enfrentaban dificultades durante la pandemia, la alcaldesa Anne Hidalgo firmó un decreto en 2021 para abrir miles de espacios al aire libre, también conocidos como "terrazas de verano". Se trata de áreas planas fuera de cafeterías o restaurantes donde la gente puede sentarse, comer, beber y disfrutar del espacio circundante.
Gracias a un decreto municipal, zonas de París antes desiertas o poco concurridas se han transformado en destinos vibrantes. Sin embargo, estas terrazas solo pueden abrir de abril a noviembre de cada año y cierran a las 22:00 todos los días.
La Place d'Aligre es uno de los lugares donde el gobierno ha ampliado el espacio para los negocios. «El panorama ha cambiado por completo», dijo Laurent Zennadi, regentador de una cafetería familiar. «Antes nadie venía aquí por las noches, pero ahora es diferente».
Salvatore Cantarella, propietario del restaurante italiano, comentó que ha recibido una oleada de nuevos clientes. El negocio ha estado muy activo. "Estoy muy contento con los resultados positivos", afirmó Salvatore.
"Es un lugar encantador", dice Claire-Anne Haines, sentada con amigos en una mesita en la terraza de un bistró de la rue Condorcet, en Montmartre. "La terraza se veía preciosa cuando pasé en bicicleta, así que les dije a mis amigos que vinieran".
Los cambios forman parte del plan del alcalde para convertir París en una ciudad respetuosa con el medio ambiente, dedicando espacios públicos a los peatones y a las actividades compartidas.
Una cafetería con terraza en la colina de Montmartre. Foto: París desbloqueado
Pero no todos acogen con agrado los cambios.
Los residentes que viven cerca de las zonas de restaurantes se han quejado del ruido generado por los turistas. Han presionado al gobierno para que refuerce el control sobre los espacios públicos. Algunos han criticado al alcalde Hidalgo por permitir que los negocios privaticen los espacios públicos. Los conductores se han quejado de la pérdida de plazas de aparcamiento. Muchos afirman que la abundancia de terrazas de restaurantes ha arruinado el encanto de la ciudad.
“La situación es terrible”, declaró Eric Durand, portavoz de Droit au Sommeil (Derecho al Sueño), una organización ciudadana con representantes en todos los distritos de París. Durand explicó que el ruido había aumentado exponencialmente en su zona de residencia, cerca de la Rue des Abbesses en Montmartre. Algunos de sus vecinos se han mudado. Quienes no pueden permitirse mudarse se ven obligados a mantener las ventanas cerradas. “Queremos que cese esta invasión del espacio público”, declaró Durand.
Sin embargo, en el ayuntamiento, un representante del gobierno afirmó que las terrazas de verano seguirían abiertas. «París es la ciudad del café. Forman parte del arte de vivir francés», declaró Olivia Polski, teniente de alcalde responsable de Comercio.
París cuenta actualmente con unas 4.000 terrazas de verano con licencia de pago. Deben cumplir con las nuevas normas de estética y ruido, y cerrar a las 22:00 h. Polski explicó que estos establecimientos no pueden poner música a un volumen alto y que los propietarios podrían ser multados o se les podría retirar la licencia si las infringen.
En Chez Camille, los Zennadi han añadido 100 asientos a los 400 que ya tienen en la Place d'Aligre. El año pasado, gastaron $16,500 para obtener un permiso para ampliar el espacio en la plaza, añadiendo mesas y sillas al área exterior. Recientemente compraron una microcervecería para aumentar sus ganancias.
"Nadie quería que esta pandemia ocurriera. Pero, en cierto modo, podemos estar agradecidos por las cosas buenas que nos ha traído", dijo Zennadi mientras se reunía con un grupo de amigos en la soleada terraza del bar para tomar un aperitivo.
Anh Minh (según el NYT )
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