“Acallemos el ruido y dejemos que continúe el rugido”, fue el titular del New Strait Times (Malasia) del 6 de julio, en respuesta a los informes de que la selección nacional fue castigada por la FIFA por naturalización masiva.
El periódico New Strait Times informó que el equipo de Malasia naturalizó a los jugadores legalmente (Foto: BH Online).
El periódico destacó: «El mes pasado, Malasia destrozó a la selección vietnamita por 4-0 en el abarrotado Estadio Nacional Bukit Jalil con una actuación técnica y dominante que demostró la nueva profundidad del equipo. Pero en lugar de recibir elogios, Harimau Malaya (el apodo de la selección malasia) tuvo que enfrentarse a una ola de duras críticas».
Las redes sociales estallaron. Aficionados de Indonesia y Vietnam acusaron a Malasia de "eludir las reglas" y manipular el sistema. Las teorías conspirativas se extendieron como la pólvora. Algunos incluso pidieron a la FIFA que investigara. ¿El motivo? No por cómo jugaron, sino por... quiénes jugaron.
En ese partido, 9 de 11 de los titulares de Malasia eran naturalizados. Un total de 15 jugadores no nacidos en Malasia formaban parte de la plantilla. Seis de ellos debutaban con la selección, entre ellos Facundo Garcés, Imanol Machuca, João Figueiredo, Rodrigo Hidalgo, Gabriel Palmero y Jon Irazabal.
Ninguno de ellos nació en Malasia, pero según la Asociación de Fútbol de Malasia (FAM), todos son de ascendencia malasia, con sus historiales revisados y aprobados por la FIFA. Sin embargo, esto no ha impedido una ola de protestas por parte de la opinión pública.
Los medios de comunicación indonesios, específicamente Disway ID, iniciaron la tormenta, afirmando que FAM podría recibir una multa de hasta 2 millones de dólares, perder el partido contra el equipo vietnamita e incluso prohibirle utilizar jugadores naturalizados en el futuro si se descubrían documentos fraudulentos.
La FAM respondió de inmediato y se pronunció para disipar todas las dudas. «La FIFA ha verificado. Cumplimos plenamente con el reglamento», afirmó el presidente de la FAM, Datuk Joehari Ayub.
La Confederación Asiática de Fútbol (AFC) también respaldó esa postura y su secretario general, Datuk Seri Windsor Paul, confirmó que la AFC no había recibido ninguna queja y que cualquier asunto relacionado con el estatus de los jugadores estaba bajo la jurisdicción de la FIFA.
Hasta ahora, la FIFA ha guardado silencio. Sin advertencias, sin sanciones, sin indicios de infracciones. Pero la controversia no se limita a tecnicismos.
También se trata de identidad, percepción y orgullo, especialmente con la creciente ansiedad de los aficionados y rivales regionales ante el rápido cambio en Harimau Malaya. La naturalización de jugadores no es nueva en el Sudeste Asiático.
Indonesia ha capitalizado durante mucho tiempo a sus jugadores nacidos en Holanda. Filipinas ha desarrollado un programa de fútbol completo en torno a jugadores de ascendencia filipina nacidos en Estados Unidos y Europa. Singapur experimentó con la naturalización a principios de la década de 2000.
Incluso Timor Oriental trajo una vez a varios jugadores brasileños, pero el resultado fue desastroso al descubrirse que tenían documentos fraudulentos, lo que dio lugar a una importante investigación por parte de la FIFA y la AFC. Esos jugadores no tenían parentesco consanguíneo con Timor Oriental, solo certificados de nacimiento y bautismo falsos. Ese escándalo sacudió al fútbol asiático.
Piensan que los equipos del sudeste asiático están celosos del fútbol malasio, por lo que buscan formas de "atacar" (Foto: VFF).
El periódico afirmó que las críticas a la selección malasia son injustas y que envidian el desarrollo del fútbol malasio: «Comparar a Malasia con Timor Oriental es parcial e injusto. La FAM se ha preparado con esmero. Todos los jugadores mencionados cuentan con documentos que acreditan su origen malasio».
La FIFA ha revisado y aprobado cuidadosamente la solicitud. En teoría y en la práctica, todo está en regla. El verdadero problema, quizás, es que Malasia se está convirtiendo en una amenaza real. Harimau Malaya ya no es un equipo con potencial.
Tienen una plantilla impresionante, capacidad técnica y atributos físicos. Jugadores como Figueiredo y Garcés no son simples "compañeros". Marcan la diferencia.
La victoria sobre Vietnam envió un mensaje claro a todo el sudeste asiático: Malasia ya no sólo participa por diversión, sino que está lista para dominar el fútbol en la región.
Y eso inquieta a mucha gente. Quizás ya no se trate de justicia, sino más bien de miedo. Miedo de que la agresiva estrategia de ciudadanía de Malasia pueda inclinar la balanza regional.
Incluso en casa, la opinión pública está dividida. Algunos están orgullosos de los resultados. A otros les preocupa que la identidad futbolística nacional se esté diluyendo. Es una línea muy fina. Pero no es ilegal. Tampoco es inmoral, siempre que la ascendencia sea auténtica y la documentación esté en regla.
El fútbol internacional siempre ha sido un reflejo de las corrientes globales: la migración, la diáspora y la doble nacionalidad. El mundo está cambiando, y el fútbol con él.
Ahora, la FAM debe mantenerse firme. No hay necesidad de protestar en voz alta, simplemente atenerse al hecho de que la FIFA lo aprobó. No hay irregularidades. Este equipo es legal.
De hecho, esta ola de críticas es una clara prueba de que Malasia va por buen camino. Han puesto nerviosos a sus oponentes. Han cambiado el juego. Y lo más importante: están ganando de nuevo.
El próximo desafío es generar confianza con los fanáticos y demostrar que estos nuevos reclutas no son solo “importados”, sino parte de la familia Harimau Malaya, listos para luchar por el título.
El ruido puede continuar. Las acusaciones pueden volver. Pero si Malasia sigue jugando como lo hizo contra Vietnam, puede abrumar al resto.
Fuente: https://dantri.com.vn/the-thao/bao-malaysia-tuyen-bo-danh-thep-ve-thong-tin-doi-nha-bi-fifa-trung-phat-20250707094210755.htm
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