La Sra. Tam bajó la carga en los escalones y extendió la mano para retirar las abrazaderas de madera y los grandes trozos de plástico que cubrían los dos postes para protegerlos de la lluvia. Cada verano, durante las vacaciones, salía a vender papel de arroz y dulces por la tarde para ganar un ingreso extra y mantener a su familia.
En un extremo del poste había un recipiente de aluminio con caramelo de malta recién hecho, espolvoreado con sésamo aromático. En el otro extremo, una bandeja con papel de arroz y un recipiente con coco rallado, junto con una lata de aluminio de Guigoz (una lata de leche en polvo) con cacahuetes tostados. El azúcar que usaba la Sra. Tam para cocinar el caramelo era el popular azúcar granulado amarillo ovalado de la época. No sé qué secreto usaba, pero al verter el caramelo en el recipiente, adquiría un hermoso y brillante color amarillo miel que desprendía un delicado aroma. Con solo mirarlo, me moría de ganas de comerlo.
Ingredientes: caramelo de malta y sésamo, coco rallado, cacahuetes triturados.
El papel de arroz de la Sra. Tam tiene dos tipos: uno es papel de arroz inflado con crema de coco y el otro es papel de arroz con sésamo negro. Coloca un lado del papel de arroz en un bol de caramelo, sus manos bailan sobre el otro lado del papel, la película dorada de caramelo sigue sus manos para cubrir la superficie del papel. Cada capa de película de caramelo se extiende, sin romperse, como un hilo de cielo sobre una tira de seda. Encima hay fibras blancas de coco cerosas, raspadas con una herramienta casera, una tapa de botella de cerveza sujeta a un mango de madera. Además, hay que espolvorear cacahuetes tostados triturados por la mitad, luego doblar el papel de arroz boca abajo o dejarlo entero, según se prefiera.
Qué placer es morder un trozo de papel de arroz de caramelo justo después de un chaparrón...
Papel de arroz dulce
La lluvia me hace extrañar el crujido del papel de arroz crujiente cuando lo pongo en mi boca, el dulce sabor del caramelo de malta extendiéndose en la punta de mi lengua, para luego desvanecerse debido al sabor graso del coco y los cacahuetes tostados... Ese era el verano de nuestros niños en aquel entonces, no solo el sonido de las cigarras cantando y los brillantes árboles de poinciana real arriba...
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