A un superyate propiedad del multimillonario francés Bernard Arnault, el segundo hombre más rico del mundo, se le ha prohibido entrar en el puerto de Mergellina en Nápoles, Italia, debido a que excede las normas de tamaño. La prohibición ha sorprendido al magnate de la moda de LVMH, quien anteriormente había tenido permiso para atracar grandes yates con piscinas y cines al aire libre, según informó The Guardian el 25 de junio.
La nueva normativa sobre los yates que no superen los 75 metros de eslora para quienes quieran atracar también dejó a muchos otros magnates "completamente decepcionados" porque perdieron la oportunidad de alojarse en la ciudad del sur de Italia.
Gente caminando por la playa de Nápoles
El periódico Corriere della Sera también informó recientemente que el magnate de los medios estadounidense Barry Diller también se vio obligado a abandonar Nápoles porque su yate excedía los 75 metros de eslora requeridos por la nueva normativa.
Una fuente del puerto afirmó que la prohibición era "incomprensible", ya que los superyates habían podido atracar allí durante los últimos 20 años y Nápoles se perdería la visita de los millonarios. "He recibido cartas de magnates que dicen estar absolutamente devastados por no poder atracar en Nápoles", añadió la fuente.
Las asociaciones empresariales italianas también han criticado las nuevas normas, afirmando que perjudicarían el turismo en la ciudad, cuya reputación ha crecido en parte gracias a su clientela multimillonaria y de altos gastos.
Massimo Luise, administrador de un muelle de Mergellina, explicó al Corriere della Sera que, aunque estaba siguiendo las reglas, las consecuencias económicas para Nápoles eran enormes.
Tras las restricciones en Nápoles, algunos multimillonarios y famosos se han mudado a otras ciudades italianas para vacacionar. La semana pasada, un turista español, fan del actor Leonardo DiCaprio, casi se ahoga tras intentar nadar hasta un superyate atracado en la Toscana para ver al actor.
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