Francia se sitúa ante la «línea roja»
Consideremos lo que está sucediendo en Francia. Largas filas de tractores bloquearon las carreteras cerca de París y en todo el país el lunes, mientras agricultores indignados intentaban presionar al gobierno para que redujera la burocracia y las rígidas regulaciones ecológicas, aumentara sus ingresos y les ayudara a competir con las importaciones baratas.
Cientos de tractores se estacionaron frente al Grand Palais de París mientras agricultores franceses marchaban hacia la capital para protestar. Foto: AP
Las protestas de los agricultores franceses han entrado en su segunda semana, tras comenzar en el suroeste del país y convertirse en una crisis nacional. Los manifestantes han arrojado productos agrícolas importados a las calles, quemado heno frente a oficinas gubernamentales y, en algunos lugares, incluso han vertido estiércol frente al ayuntamiento. Han llevado miles de tractores a las carreteras, bloqueando las principales autopistas francesas, como la A7 y la A9, que conducen a España.
El nuevo primer ministro francés, Gabriel Attal, visitó una granja en el suroeste donde estallaron las protestas y trató de calmar la ira de los agricultores con declaraciones muy receptivas.
El líder de 34 años dijo que el gobierno desecharía los planes para reducir los subsidios estatales al combustible diésel utilizado en camiones y maquinaria agrícola , reducir las costosas regulaciones burocráticas para los agricultores y negociar con minoristas y distribuidores para ayudar a aumentar el valor de los productos agrícolas.
Pero esas promesas no parecen ser suficientes. Arnaud Rousseau, presidente de la FNSEA, el mayor sindicato agrícola de Francia, declaró a la radio RTL que «todavía hay muchas demandas que el primer ministro no ha cumplido» y que las palabras del Sr. Attal no han apaciguado la ira de los agricultores.
“Nuestro objetivo es presionar al gobierno para que encontremos una salida rápida a la crisis. Las protestas durarán lo que sea necesario”, declaró Rousseau. Y con esas amenazas, convoyes de tractores rodean París. Han bloqueado ocho carreteras principales que rodean la capital desde el lunes. Muchos agricultores han colgado banderas y pancartas en sus tractores. Un tractor lleva un cartel que dice “Campesino Enfadado”, otro dice: “Demasiados impuestos, demasiadas regulaciones, sin ingresos para vivir”.
El ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, dijo que 15.000 policías y gendarmes fueron desplegados para impedir que camiones con remolque entraran a París y otras ciudades donde se están produciendo protestas, y para mantener el acceso al aeropuerto Charles de Gaulle-Roissy en el norte de la ciudad y al aeropuerto de Orly en el sur, así como al principal mercado de alimentos frescos de la región en Rungis, el más grande de Europa.
Darmanin, que hasta ahora ha instado a las fuerzas de seguridad a no utilizar la fuerza, ha advertido a los agricultores que un bloqueo de Rungis, que suministra el 60% de los alimentos frescos de París a unos 12 millones de personas, cruzaría una "línea roja".
¿Por qué?
El primer ministro Attal se reúne actualmente en París con representantes de las principales asociaciones de agricultores de Francia para encontrar una solución a la crisis. Esto puede considerarse un gran desafío, justo en el momento de la "luna de miel" del Sr. Attal, quien fue nombrado primer ministro de Francia por el presidente Emmanuel Macron el 9 de enero. Un desafío que no será fácil de superar, ya que los problemas que enfrentan los agricultores franceses no son nuevos.
Los agricultores franceses, el mayor productor agrícola de la UE, afirman estar mal pagados y agobiados por unas regulaciones ambientales excesivas. Algunas de sus preocupaciones, como la competencia de importaciones más baratas y las regulaciones ambientales, son compartidas por los productores del resto de la UE, pero no por los franceses.
Los agricultores afirman que los esfuerzos del gobierno y los minoristas para frenar la inflación alimentaria han dejado a muchos productores sin poder afrontar los altos costos de energía, fertilizantes y transporte. El plan del gobierno para eliminar gradualmente las exenciones fiscales para los agricultores que utilizan diésel, como parte de una política más amplia de transición energética, también es un punto de conflicto.
Agricultores alemanes acuden a Berlín para protestar contra los recortes a los subsidios al combustible. Foto: AFP
Las grandes importaciones procedentes de Ucrania, exentas de cuotas y aranceles por la UE desde el estallido del conflicto ruso-ucraniano y las negociaciones para un acuerdo comercial entre la UE y el bloque sudamericano Mercosur, han generado descontento entre los agricultores franceses por la competencia desleal en los sectores del azúcar, los cereales y la carne. Se oponen a que las importaciones presionen los precios agrícolas franceses e incumplan las normas medioambientales impuestas a los agricultores de la UE.
Los agricultores franceses también cuestionan las normas sobre subvenciones de la UE, como el próximo requisito de dejar el 4 % de las tierras agrícolas en barbecho para la restauración de los ecosistemas. Estas políticas verdes se consideran contrarias al objetivo de Francia de lograr una mayor autosuficiencia en la producción de alimentos y otros bienes esenciales.
Las controversias sobre los proyectos de riego y las críticas al bienestar animal y a los pesticidas han acrecentado la sensación de marginación social entre el campesinado francés. Mientras tanto, la burocracia ha avivado la ira de los agricultores. Estos afirman dedicar una media de 60 horas al mes al papeleo, una cantidad excesiva en un momento en que sus vidas son cada vez más difíciles.
¿Qué pasa después?
El gobierno francés ha prometido nuevas medidas para ayudar a los agricultores en los próximos días. Se están estudiando más apoyos para los productores de vino afectados por la caída del consumo, y también se esperan medidas adicionales para el ganado.
Dado que la mayoría de las políticas y subsidios agrícolas se determinan a nivel de la UE, París está buscando concesiones de sus socios, como tratar de generar apoyo para abandonar el requisito de tierras baldías, un tema que el presidente Emmanuel Macron podría impulsar en una cumbre de líderes de la UE el jueves.
En cuanto al comercio, otro ámbito abordado a nivel de la UE, el ministro de Agricultura, Marc Fesneau, solicitó medidas para evitar que las importaciones procedentes de Ucrania desestabilicen los mercados de la UE, en particular el azúcar, las aves de corral y los huevos. Esto marcó un cambio para París, que anteriormente se había opuesto a las medidas de los países de Europa del Este para restringir el flujo de productos ucranianos.
Una vaca de plástico pintada con los colores de la bandera de la UE cuelga de un tractor durante una protesta de agricultores franceses y belgas frente al Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica. Foto: AP
Lo que ocurre en Francia es seguido de cerca por los agricultores de toda Europa, porque las dificultades del sector agrícola no son un problema exclusivo de Francia.
Alemania también enfrentó tensiones a principios de mes, con protestas que estallaron después de que el gobierno decidiera eliminar gradualmente las exenciones fiscales al diésel agrícola como parte de su esfuerzo por equilibrar su presupuesto para 2024. Berlín quedó prácticamente paralizada, con camiones y tractores bloqueando una de sus principales avenidas, al igual que en París. Cientos de tractores continuaron bloqueando el puerto de Hamburgo, uno de los más transitados de Europa, el martes.
El tráfico en la capital belga también se vio interrumpido el lunes por agricultores indignados, con una docena de tractores circulando por la zona euro de Bruselas haciendo sonar sus bocinas. Medios belgas informaron que los agricultores detuvieron a unos cinco camiones que transportaban verduras españolas y las arrojaron cerca del centro de distribución de la cadena de supermercados belga Colruyt, cerca de Bruselas.
Agricultores y camioneros rumanos también se movilizaron este mes para protestar por los altos costos comerciales que han dificultado el acceso al cruce fronterizo con Ucrania. También hubo protestas en Polonia, donde agricultores descontentos recorrieron las principales ciudades con tractores para protestar contra lo que calificaron de competencia "desleal" de la vecina Ucrania.
Los agricultores polacos han denunciado el libre comercio arancelario de la UE con Ucrania, alegando que está socavando sus medios de vida. También protestan contra las regulaciones ambientales europeas, que, según afirman, están reduciendo su producción e ingresos. En un intento por calmar la ira de los agricultores, el primer ministro polaco, Donald Tusk, anunció que se mantendrán conversaciones con el gobierno ucraniano para garantizar que la producción y los mercados agrícolas no se vean amenazados por la "entrada incontrolada de productos agrícolas procedentes de Ucrania".
Dicho esto, Polonia, al igual que muchos otros países europeos, aún debe realizar grandes esfuerzos para cumplir sus compromisos con los agricultores, ya que los acuerdos internacionales no son fáciles de revertir ni ajustar, y las políticas de apoyo al sector agrícola también enfrentan dificultades debido al sombrío panorama económico. Por lo tanto, la ola de protestas de los agricultores en los países europeos aún corre el riesgo de extenderse en el futuro próximo.
Quang Anh
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