Mirando hacia arriba desde abajo, la colina no parece muy grande. Pero en cuanto la pisas, te sobrecoge la inmensidad y amplitud de la hierba y los árboles. Y el viento, sin saber de dónde viene, se siente como si fuera todo viento.
Había estado jugando todo el día. A veces me sentía cansado y me dormía sobre la suave hierba. La hierba aquí era exuberante y verde, aunque estaba cerca de la cima del cielo, bajo el abrasador sol de verano. Las nubes parecían extender sus sombras más. Comparado con cuando mirábamos hacia arriba desde el suelo... Jugamos despreocupadamente, deambulamosy descubrimos todo. Pero olvidamos que bajo nuestros pies, la hierba se doblaba y nos sostenía. La hierba estaba por todas partes. Desbordándose desde la cima de la colina. Obsesionados con los demás subiendo y bajando. Después de recorrer una larga distancia, me di cuenta de que esta colina era especial. Las cortas laderas se intercalaban, las parcelas de bosque corrían para extenderse, sin ninguna regla común. Cuando terminó el día y regresamos, cada uno tenía su propia imagen de la colina. Por lo oculto y parpadeante. Por el verde infinito que hacía que el paisaje fuera infinito y vago.
Mientras recostábamos la cabeza en la hierba y dormíamos, parecía como si cada uno de nosotros tuviera un sueño. O quizás soñábamos lo mismo, bajo la brillante luz del atardecer. Soñé con la casita al pie de la colina. La casa con la cerca de madera verde pálido. Las flores de hibisco revoloteando con sus ojos rojos. Un mundo puro aguardaba allí. Como si una voz llamara, resonara...
Te veo. Con una canción persistente, como un pequeño arroyo. Ojos como un valle en la noche, reflejando la brillante fosforescencia. Soltaste tu cabello, recogiendo agua fría. Reflejando la luna. La soledad última. Te fuiste, a la edad de diecisiete años... La enfermedad te llevó como un sueño. Las flores silvestres que recogí para ti. Empapadas en el frío rocío de la luna. La jarra de vino contiene el néctar, enterrado profundamente en la tierra. La tierra en la que yaces, persistiendo en el aroma de los años. Mezclándote con el viento en la orilla. Donde el hibisco rojo de la tarde silenciosa. Pétalos rojos brillantes, iluminando el sueño de verano. Las flores fluyen por un tramo de bosque y colinas. Como si enviaras tu alma al mar. Hay un horizonte con luz brillante que conecta con el infinito. La cúpula del sol esta temporada, se funde con mi anhelo por ti. La hierba es tan verde. Bajo la brillante luz del atardecer.
En la colina cubierta de hierba, verano...
Fuente: https://thanhnien.vn/nhan-dam-tren-doi-co-mua-he-185250628175358283.htm
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