“Las cestas de la bicicleta están llenas de flores de poinciana real/ ¿Adónde llevas mi verano?”… Una tarde, tras un sol intenso, la música de “Royal Poinciana” sonó desde un pequeño altavoz junto a la casa del vecino, haciendo vacilar a la niña, que había pasado tantas veces su 18.º cumpleaños. Sin saber desde cuándo, el verano se asocia con el color brillante de esa flor. Un rojo vibrante, apasionado y sincero, y también una interminable vacilación arrepentida.
Ese día, bajo el sol de mayo y el nítido canto de las cigarras, el viento de Laos susurraba, empujando los pétalos de flor de naranjo que cubrían las bicicletas de los estudiantes. Qué bonito era ver las cestas de las bicicletas llenas de flores de naranjo después de la escuela. También me encantaban los momentos en que mis amigos se portaban mal, compitiendo para esconder cada hermoso pétalo de flor de naranjo en sus mochilas para presionarlo en las páginas de sus libros. Los más hábiles hacían pequeñas mariposas y pavos reales. Y así, hasta el nuevo año escolar, todo el grupo tenía algo que presumir. El color rojo de las flores de naranjo es el color del amor, las hileras de flores de naranjo en el patio de la escuela también fueron testigos del amor de los estudiantes, de muchas promesas de pareja.
Entonces llegó el momento en que la emoción y la anticipación de la temporada de la Poinciana Real dieron paso a la preocupación del día de la separación, la inquietud de las pilas de papeles para el examen final de la vida estudiantil, la primera vez como estudiante, y el sueño de llegar a la puerta de la universidad. Intercambiando mensajes, con la esperanza de que aprobáramos los importantes exámenes que se avecinaban. Esa flor roja de Poinciana Real fue envuelta y regalada. El "recuerdo" de la época estudiantil ha acompañado a tanta gente en los años posteriores. Y luego, cada vez que vuelvo al anuario, tengo que ser cuidadosa y cuidadosa por miedo a romper los pétalos de ese día memorable...
En medio del vasto cielo azul, la flor de la pasión real se mantiene segura y orgullosa, extendiéndose para exhibir su belleza bajo la dorada luz del sol. Curiosamente, cuanto más brillante es la luz del sol, más resplandeciente es la flor de la pasión real. Su vigorosa vitalidad es como un recordatorio para cada generación de estudiantes de que, sin importar las dificultades y los desafíos que enfrenten, deben esforzarse por superarlos y seguir con firmeza el camino de la vida.
No sé si a alguien de la época de la camisa blanca todavía le gusta recoger flores de fénix caídas para plasmarlas en las páginas de un libro, pero ese color rojo permanece hermoso para siempre bajo el sol de mayo. Ese color de flor, esa flor, se funde con el canto de las cigarras del verano. Y de repente recuerdo que solía tener tantos sueños y recuerdos, que cuando llega el verano, siento una profunda añoranza...
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