La noche del 29 de julio, la final del Campeonato Sub-23 del Sudeste Asiático 2025 determinará al nuevo campeón de la región. El anfitrión, Indonesia, está ansioso por consolidar su posición ascendente, mientras que Vietnam Sub-23 tiene la oportunidad de batir el récord de tres títulos consecutivos.
Para Indonesia, la victoria no es simplemente un resultado en la cancha, sino también un testimonio de la promesa y las expectativas que tienen, no solo como anfitriones, sino también como representantes de una nueva generación que está creciendo con fuerza, firmeza y ya no se detiene en el camino para afirmar su posición en el fútbol asiático.
Además, Indonesia ha sido conocida durante mucho tiempo como la "reina de los subcampeonatos" en el Sudeste Asiático. A pesar de ser una de las potencias futbolísticas tradicionales de la región, nunca ha ganado la Copa AFF y actualmente ostenta un triste récord de seis subcampeonatos.
Sin embargo, pueden presumir de ser el único equipo del Sudeste Asiático que ha llegado a la tercera ronda de la clasificación asiática para el Mundial de 2026, lo que los convierte en uno de los 18 equipos más fuertes del continente. A partir de ahí, seguirán aspirando a la cuarta ronda de la clasificación en octubre. El sueño mundialista, que no se ha cumplido desde su única participación en 1938 como las Indias Orientales Neerlandesas, es cada vez más posible, aunque el reto en el Grupo B con Arabia Saudí e Irak no es pequeño.
El auge de Indonesia se debe en parte a la llegada de jugadores nacionalizados. Si bien la mayoría de estos jugadores tienen padres o abuelos indonesios, es innegable que se criaron en potencias futbolísticas europeas, un factor que ha mejorado significativamente la calidad de la selección indonesia.
Sin embargo, en el torneo sub-23 de este año, a excepción del delantero Jens Raven, de 19 años y con 7 goles en tan solo 3 partidos, la mayoría de la plantilla indonesia está compuesta por jugadores nacionales. Incluso jugadores mestizos como Brandon Scheunemann y Victor Dethan han adquirido experiencia en la Liga 1.
Si ganan, será una prueba clara de que, aunque sigue explotando el potencial de los jugadores indonesios en el extranjero, Indonesia aún posee una base nacional lo suficientemente rica como para producir la próxima generación, como Marselino Ferdinan, Pratama Arhan o Rizky Ridho, caras que han contribuido al resurgimiento del fútbol en este país en los últimos años.
Algo especialmente importante para un equipo que aspira no sólo al próximo Mundial, sino a muchos más.
Por otra parte, Vietnam tiene la oportunidad de afirmar su dominio en la región con el objetivo de ganar el Campeonato del Sudeste Asiático Sub-23 por tercera vez consecutiva, un récord orgulloso, que extiende la impresionante racha de logros que el equipo nacional alcanzó en la Copa AFF a principios de este año.
En términos de desarrollo del fútbol juvenil, Vietnam puede considerarse un modelo para la región durante los últimos ocho años.
Todo comenzó con un milagroso segundo puesto en el Campeonato AFC Sub-23 de 2018 (ahora Campeonato AFC Sub-23), seguido de un cuarto puesto en el ASIAD ese mismo año, donde solo llegaron a las semifinales contra un equipo de Corea del Sur que contaba con estrellas como Kim Min-jae, Hwang Hee-chan y Son Heung-min, tres jugadores a los que se les permitió jugar con mayor edad.
Este grupo de jugadores luego formó el núcleo del equipo nacional que ganó la Copa AFF de 2018, ganó las medallas de oro de los Juegos del Sudeste Asiático de 2019 y 2021 y llegó a los cuartos de final de la Copa Asiática de 2019, un hito que marca el notable crecimiento del fútbol vietnamita.
Vietnam es también el único representante del Sudeste Asiático que ha participado en la ronda final de clasificación para el Mundial de 2022, donde sólo participaron los 12 equipos más fuertes de Asia.
Por supuesto, Indonesia se basará en su trayectoria clasificatoria para la Copa Mundial para afirmar que es el equipo más fuerte de la región en este momento. Su eliminación en la fase de grupos de la última Copa AFF se debió a que trajeron un equipo inexperto.
A Vietnam no le importa.
Para Vietnam, cada torneo regional –en el que rivales conocidos se enfrentan directamente– tiene su propio significado, un lugar para afirmar la fuerza a través de la capacidad real y el espíritu competitivo.
En enero pasado, la selección nacional derrotó a Indonesia en las semifinales y luego ganó la Copa AFF.
Seis meses después, esperan que la selección sub-23 haga lo mismo.
Cualquiera que sea el resultado de la final, este será sin duda el siguiente paso en el camino para dar forma a la posición futura de las dos naciones futbolísticas, no sólo en la región, sino también en el continente en general.
Fuente: https://baovanhoa.vn/the-thao/espn-chung-ket-u23-dong-nam-a-dinh-hinh-ban-do-bong-da-khu-vuc-va-chau-luc-157184.html
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