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Viajes de verano en Irlanda: una sinfonía de naturaleza y cultura

Cuando el verano llega a Irlanda, la isla esmeralda despierta con una luz tenue, y el cielo azul, como una gigantesca carpa que cubre las interminables praderas. Viajar a Irlanda en verano no es solo un viaje, sino un encuentro con la naturaleza salvaje, con una larga historia, con gente cálida y un tesoro de leyendas tan vívidas como esta tierra misma. Cada paso es una página de poesía, cada camino es una canción antigua que vibra en el viento.

Việt NamViệt Nam04/07/2025

1.Descubra el Dublín antiguo y liberal

Los viajes de verano a Irlanda suelen empezar desde Dublín (Fuente de la foto: Collected)

Los viajes de verano a Irlanda suelen comenzar en Dublín, el corazón cultural e histórico del país. En verano, Dublín se baña de un sol radiante, los edificios georgianos de ladrillo rojo lucen más brillantes que nunca y el apacible río Liffey brilla reflejando el elegante puente Ha'penny.

Pasee por la animada Grafton Street, escuche a los músicos callejeros tocar violines y cantar baladas irlandesas, y sienta el pulso juvenil y libre. St Stephen's Green es un exuberante parque verde, con un lago tranquilo, cisnes blancos nadando en parejas y senderos sinuosos bordeados de coloridas flores.

Pero Dublín es mucho más que un lugar bonito. Al atardecer, dirígete a Temple Bar. Los pubs con vidrieras se iluminan con calidez, y tanto lugareños como turistas brindan con Guinness y cantan canciones tradicionales. Viajar a Irlanda en verano se trata de empaparse de su atmósfera: un poco salvaje, un poco alcohólica, pero llena de humanidad.

2. Pasea por antiguos castillos y ruinas cubiertas de musgo.

Roca de Cashel: un complejo arquitectónico medieval que se alza sobre una colina de piedra caliza en el condado de Tipperary (Fuente de la foto: Collected)

Un viaje de verano a Irlanda no está completo sin unas ruinas antiguas enclavadas en los verdes campos. A medida que sale el sol, la niebla se disipa gradualmente y las torres en ruinas y los arcos de piedra gris aparecen como salidos de un mito.

Visite la Roca de Cashel, una estructura medieval que se alza sobre una colina de piedra caliza en el condado de Tipperary. Sus muros de piedra gris cubiertos de musgo narran la historia de la realeza, donde antiguamente se coronaba a los reyes de Munster. Desde la distancia, la Roca de Cashel parece una fortaleza contra el tiempo, destacándose contra el cielo nublado.

O el Castillo de Blarney, en el condado de Cork, enclavado entre antiguos jardines y suaves céspedes. Cuenta la leyenda que quien bese la Piedra de Blarney será bendecido con buenas palabras. En verano, el Jardín Venenoso se llena de misteriosas flores venenosas, y senderos frescos conducen a una torre de vigilancia con vistas al verde intenso del bosque. Viajar a Irlanda en verano es una peregrinación a la historia, tocando las frías piedras que parecen aún conservar el susurro de los antepasados, de generaciones de irlandeses resilientes pero románticos.

3. Visita las islas salvajes y tranquilas

Las Islas Aran en la Bahía de Galway son uno de los destinos de verano más populares (Fuente de la foto: Recopilada)

Ningún viaje de verano a Irlanda está completo sin una visita a las islas cercanas. En verano, el mar está más tranquilo y hay ferries regulares entre el continente y las islas, ofreciendo a los visitantes una versión más tranquila y virgen de Irlanda.

Las Islas Aran, en la Bahía de Galway, son uno de los destinos más populares. Aquí, largos muros de piedra dividen verdes pastos, pequeños pueblos con techos de paja salpican el paisaje y la gente habla el antiguo idioma irlandés. Puedes alquilar una bicicleta para recorrer las islas, visitar la fortaleza de Dun Aonghasa, en lo alto de un acantilado, y contemplar el inmenso mar azul, donde las olas han roto contra los acantilados durante milenios.

O dirígete a Skellig Michael, una isla rocosa frente a la costa del condado de Kerry. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es famosa por su monasterio de piedra del siglo VI, donde los monjes vivieron recluidos en medio del mar. Sube más de 600 empinados escalones de piedra para ver cámaras de piedra con forma de panal, vestigios de una vida monástica austera y mística. Viajar en verano a estas islas de Irlanda es una escapada del bullicio, una vuelta a la naturaleza, al sonido de las olas y el viento, y una sensación de ser pequeño pero también libre.

4. Sumérgete en la música y los festivales de verano.

El Festival Internacional de las Artes de Galway convierte la ciudad en un escenario gigante con vibrantes representaciones teatrales callejeras (Fuente de la foto: Collected)

El verano irlandés no se trata solo de paisajes, sino también de música: la música corre por las venas de los irlandeses. Viajar a Irlanda en verano te llevará a festivales, noches de hogueras y pubs repletos de música.

En todo el país, el verano es temporada de festivales. En Galway, el Festival Internacional de Arte de Galway convierte la ciudad en un gigantesco escenario con teatro callejero, música en vivo y coloridas instalaciones artísticas. En Dingle, un festival de música más pequeño pero íntimo reúne a los artistas sentados sobre suelos de madera, tocando violines a la luz de las velas.

En el pub tradicional, encontrará una banda folk reunida todas las noches: las flautas de hojalata sonando, el bodhrán tocando profundamente, los cantos tristes y apasionados como si lloraran por una Irlanda perdida y al mismo tiempo alabaran a una Irlanda indomable y orgullosa.

Viajar a Irlanda en verano significa sumergirse en esa música, no sólo escucharla sino también sentirla, para comprender el alma irlandesa: triste pero no desesperanzada, fuerte pero no dura, manteniendo siempre el fuego de la humanidad.

5. Disfruta de la comida fresca del verano

Cocina irlandesa de verano (Fuente de la foto: Collected)

No se puede hablar de viajes de verano a Irlanda sin olvidar la gastronomía local. El verano es la temporada de verduras frescas, salmón salvaje remontando la corriente y vieiras dulces del frío mar.

Visita una marisquería en Dingle y pide una cremosa sopa con aroma a eneldo, rellena de almejas frescas, pescado y gambas. O prueba el clásico fish and chips: bacalao crujiente servido con patatas gruesas, un chorrito de limón y salsa tártara. En el mercado local, el verano es la temporada de fresas irlandesas, radiantes y soleadas, y quesos locales con sabor a hierbas.

En los pubs, la Guinness fría fluye en brillantes vasos negros, creando una capa de espuma blanca y cremosa, suave como las nubes. Sentarse junto a una chimenea de piedra en una noche de verano, saboreando una cerveza y escuchando al dueño contar historias de fantasmas, es una experiencia que los visitantes llevarán siempre consigo. Viajar a Irlanda en verano no es solo para ver el paisaje, sino también para saborear, disfrutar y comprobar lo tranquilo y próspero que es este país.

Si buscas un viaje donde cada día sea un poema, cada escena una imagen, cada encuentro una historia, no busques más. Déjate guiar por el tour de verano irlandés. Y a tu regreso, no solo traerás fotos preciosas, sino también recuerdos de un verano como ningún otro: un verano irlandés.

Fuente: https://www.vietravel.com/vn/am-thuc-kham-pha/du-lich-mua-he-ireland-v17499.aspx


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