Lo último que le queda a Turquía es que el presidente Recep Tayyip Erdogan firme un decreto anunciándolo y enviándolo a la OTAN. Erdogan sin duda lo hará. La única pregunta es cuándo lo hará y qué otras condiciones deberán cumplir Estados Unidos, la OTAN y Suecia.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (izquierda), estrecha la mano del primer ministro sueco, Ulf Kristersson (derecha), mientras el secretario general de la OTAN observa en julio de 2023.
Desde el inicio de la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN, la estrategia de Erdogan no fue oponerse en principio ni acordar decisiones políticas con otros miembros de la OTAN, sino actuar a su manera en procedimientos específicos. Erdogan convirtió a la OTAN en un "rehén" al admitir a Finlandia y Suecia para obligar a Estados Unidos y a los otros dos países a cumplir con los requisitos y condiciones previas de Turquía. Solo después de que Finlandia y Suecia hicieran concesiones a Turquía, Ankara accedió a permitir la adhesión de Helsinki y que Estocolmo se convirtiera en una puerta de entrada a la OTAN.
Si nos basamos en imágenes, la reciente aprobación del parlamento turco representa la mitad del paso final en Ankara. La otra mitad es el juego privado del Sr. Erdogan con Estados Unidos. En concreto, Erdogan pretende seguir obligando a Estados Unidos a vender aviones de combate modernos y armamento estadounidense avanzado a Turquía. Para Erdogan, la admisión de Suecia en la OTAN no es tan importante ni urgente como que Estados Unidos le proporcione a Turquía las armas y el equipo militar más modernos, lo que le ayudará a convertirse en una potencia militar en la región y en el mundo islámico. Así pues, Suecia está ahora a solo medio paso de la OTAN, pero aún tiene que esperar, quizá no mucho, pero sí mucho tiempo.
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