En el contexto de la globalización y el fuerte desarrollo del comercio electrónico, los productos falsificados se están convirtiendo en un problema transnacional, causando graves perjuicios a los intereses de los consumidores, las empresas y la reputación de la economía . Ante este desafío, muchos países han desarrollado estrategias sistemáticas, coordinadas y eficaces contra la falsificación.
El reciente descubrimiento de una serie de casos de producción y comercio de productos falsificados en Vietnam ha demostrado la creciente escala y sofisticación de este tipo de delito económico.
Porcelana
China fue considerada en su momento una de las mayores fábricas de falsificaciones del mundo, con productos falsificados que abarcaban desde moda y componentes electrónicos hasta medicamentos y alimentos, y que se producían e introducían de contrabando al mercado a gran escala. Sin embargo, durante la última década, el gobierno chino ha implementado una serie de medidas contundentes para frenar y frenar el problema, desde la mejora del sistema legal y el fortalecimiento de la aplicación de la ley hasta la aplicación de tecnología y la cooperación con el sector privado.
Una de las medidas más importantes es la mejora continua del marco legal de China para la protección de los derechos de propiedad intelectual. La Ley de Marcas se ha reformado para aumentar las sanciones y permitir a las autoridades adoptar medidas de cumplimiento más rigurosas. Las infracciones graves pueden perseguirse penalmente, en lugar de solo por la vía administrativa. También se han establecido tribunales especializados en propiedad intelectual en importantes ciudades como Pekín, Cantón y Shanghái, lo que contribuye a agilizar los procesos judiciales y a mejorar la experiencia en la resolución de disputas.
El gobierno chino ha implementado una serie de medidas enérgicas para frenar y combatir la falsificación. Foto: Campaign Asia.
Paralelamente, China ha establecido fuerzas especializadas contra la falsificación dentro de los sistemas policial, aduanero y de gestión del mercado. Estas fuerzas se coordinan periódicamente para detectar y destruir las cadenas de producción y distribución de falsificaciones a gran escala. Se han lanzado diversas campañas nacionales de represión, especialmente durante las épocas de mayor actividad, como antes del Tet.
Un aspecto particularmente notable de la experiencia de China en la lucha contra la falsificación es el uso de empresas tecnológicas, especialmente en el ámbito del comercio electrónico. Grandes plataformas como Alibaba, JD.com y Pinduoduo han implementado sistemas de inteligencia artificial y big data para detectar productos infractores de forma temprana, a la vez que colaboran con las autoridades para eliminar tiendas, rastrear su origen y apoyar los procedimientos legales. Muchas empresas también han implementado tecnología de trazabilidad mediante códigos QR o blockchain, lo que ayuda a los consumidores a autenticar los productos desde la fase de compra.
Si bien la falsificación aún existe, los denodados esfuerzos de China han contribuido a reducir significativamente su prevalencia en el mercado nacional. Esta es una lección destacada para los países en desarrollo, ya que combina estrechamente las políticas legales, la aplicación estricta de las leyes y la aplicación de tecnología moderna en la labor de prevención y lucha contra la falsificación.
Japón
Japón tiene una de las tasas de falsificación más bajas del mundo gracias a su estricto sistema legal, su alta concienciación social y la eficaz coordinación entre organismos gubernamentales, empresas y consumidores. La experiencia de Japón en la lucha contra la falsificación no solo se basa en sanciones legales, sino también en la cultura, la educación y la tecnología.
En primer lugar, Japón cuenta con un sistema legal muy estricto para la protección de los derechos de propiedad intelectual, que incluye la Ley de Marcas, la Ley de Patentes, la Ley de Diseños y otros documentos relacionados con los derechos de autor. Las infracciones de propiedad intelectual, como la producción, posesión o venta de productos falsificados, se controlan rigurosamente, lo que puede conllevar sanciones penales y cuantiosas indemnizaciones civiles. Además, el gobierno japonés ha establecido unidades especializadas dentro de la policía y las fuerzas aduaneras para supervisar y gestionar los casos relacionados con productos falsificados, especialmente en los puestos fronterizos y los grandes centros comerciales.
Japón tiene una de las tasas de falsificación más bajas del mundo. Foto: Campaign Asia.
Uno de los factores importantes que contribuyen al éxito de Japón es la combinación de la aplicación de la ley y la concienciación pública. Desde la educación primaria, la educación japonesa ha integrado los derechos de propiedad intelectual, la ética del consumidor y el respeto por los productos genuinos en el currículo. Gracias a ello, los japoneses son muy conscientes de elegir productos con un origen claro y están dispuestos a denunciar las falsificaciones ante las autoridades. Las asociaciones de protección al consumidor en Japón también son muy activas en la vigilancia del mercado, la prestación de asesoramiento legal y la detección de productos sospechosos.
Además, Japón aplica constantemente tecnología para prevenir la falsificación de productos. Las grandes empresas japonesas suelen utilizar medidas de autenticación de productos mediante códigos QR, sellos antifalsificación multicapa o tecnología de trazabilidad inteligente. Estas soluciones no solo facilitan la verificación de productos a los consumidores, sino que también apoyan a las autoridades en la supervisión e investigación.
La experiencia de Japón en la lucha contra la falsificación demuestra que una sociedad transparente y disciplinada con un sistema jurídico eficaz creará un entorno en el que la falsificación será prácticamente imposible.
Singapur
Singapur es uno de los países líderes de Asia en la creación de un entorno comercial transparente, limpio y prácticamente libre de falsificaciones. Como centro regional financiero, comercial y logístico, Singapur prioriza la protección de los derechos de propiedad intelectual y el mantenimiento de la confianza en el sistema de distribución. La experiencia de la nación insular en la lucha contra la falsificación se basa en una combinación de leyes estrictas, mecanismos de aplicación eficaces, tecnología avanzada y un sólido sentido de integridad social.
En primer lugar, Singapur cuenta con un sistema legal muy sólido en materia de derechos de propiedad intelectual, que incluye leyes sobre marcas registradas, derechos de autor, patentes y diseños industriales. La producción, distribución y posesión de productos falsificados se consideran infracciones graves y pueden ser objeto de persecución penal con penas elevadas, incluyendo prisión. Además de las regulaciones legales, el gobierno de Singapur también invierte considerablemente en su aplicación.
La producción y el consumo de productos falsificados son prácticamente inexistentes en Singapur. Foto: Pelago.
La Oficina de Propiedad Intelectual de Singapur (IPOS) desempeña un papel fundamental en la recepción y tramitación de quejas, así como en la coordinación con organismos como la policía, las aduanas y los reguladores del mercado para investigar y combatir los casos de falsificación. El sistema aduanero de Singapur cuenta con tecnología de inspección moderna y tiene derecho a retener temporalmente en la frontera mercancías sospechosas de infringir derechos de propiedad intelectual para su inspección y tramitación oportunas.
Un aspecto destacado del modelo de Singapur es el papel de las empresas en la lucha contra la falsificación. Grandes empresas, especialmente en los sectores farmacéutico, electrónico y de bienes de consumo de alta gama, colaboran regularmente con el gobierno para implementar programas de vigilancia del mercado, rastrear el origen de los productos y capacitar a sus empleados para identificar productos falsificados. Muchas marcas utilizan tecnología de códigos QR, sellos antifalsificación integrados con tecnología digital o incluso blockchain para garantizar la autenticidad de los productos en circulación.
Además, Singapur también participa activamente en acuerdos internacionales sobre propiedad intelectual como el Convenio de París, el Convenio de Berna y el Acuerdo sobre los ADPIC de la OMC, ampliando así su capacidad de cooperar y compartir información con otros países en el rastreo y la prevención de productos falsificados transfronterizos.
Mediante una combinación de legislación, aplicación de la ley, tecnología y alianzas público-privadas, Singapur ha creado un entorno comercial transparente donde la producción y el consumo de productos falsificados son prácticamente inexistentes. El modelo de Singapur ofrece valiosas lecciones para los países en desarrollo en la creación de un sistema integral y eficaz contra la falsificación.
Fuente: https://khoahocdoisong.vn/cac-nuoc-chong-hang-gia-nghiem-ngat-the-nao-post1550531.html
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