San Tan es considerado un dios de la suerte para el pueblo vietnamita desde la época de los legendarios reyes Hung, simbolizando la supervivencia del antiguo pueblo vietnamita. La zona montañosa de Ba Vi - Son Tay constituye el extremo occidental de la región de Doai y el territorio de Hanói . Está rodeada por los ríos Rojo y Da al norte y al oeste, y por el río Tich al este, creando una zona con todo tipo de suelo aluvial y bosques. 
Ese ecosistema único ha creado las bases para las aldeas que cultivan cultivos industriales en las faldas del distrito de Ba Vi, como las nueve aldeas de la comuna de Ba Trai que procesan té, o la profesión de procesamiento de medicina tradicional del pueblo Dao. 
Pueblos de té, hierbas medicinales, harina de tapioca y fideos… agrupados en las aldeas semimontanas que bordean los ríos Rojo y Da, son muestra de un estilo de vida sencillo que se apoya en la naturaleza. La montaña Ba Vi es verdaderamente una "montaña de bendición" para el pueblo vietnamita. 
La ciudad de Son Tay ha atraído a los turistas durante mucho tiempo gracias a famosas reliquias culturales como la ciudadela de laterita, el antiguo pueblo de Duong Lam, la pagoda Mia, el templo Va, el templo de los dos reyes Phung Hung y Ngo Quyen... pero además de eso, hay especialidades locales de pueblos artesanales como el pastel de arroz Phu Nhi, el bordado de encaje Ngoc Kien, los dulces de maní Duong Lam y la salsa de soja Mong Phu. 
La antigua canción sobre la provincia “Ha Tay, el pueblo de la seda”, el nombre de la antigua provincia que incluye las áreas de Ha Dong y Son Tay - “Ba Vi leche blanca, área de Chay arroz dorado” - originalmente asociado con el nombre de la granja lechera, es ahora también la profesión de muchos pueblos en el área de Ba Vi, proporcionando productos lácteos, creando una marca de la tierra de Xu Doai. 
La canción sobre una época en que "los ríos Tich y Da estaban cubiertos de inmensa seda" o la canción sobre el heroico pastor de vacas Ho Giao en la década de 1960, todas hablan del talento y la diligencia de los trabajadores de la región de Doai, que aún hoy demuestran su vitalidad. Las aldeas siempre tienen fuegos rojos en sus hornos de cocina y secado, y el sonido del tejido bulle con fuerza en todos los distritos de la parte occidental del río Day, creando un flujo continuo de vida. 
Las manos de los habitantes de la región de Doai no son suaves, su voz es áspera y pesada; estos son el resultado de un estilo de vida laborioso, trabajando constantemente para crear productos para toda la vida. La reputación de esta tierra de cientos de artesanos ha forjado una identidad pura de la tierra ancestral, preservando las huellas de sus costumbres que no se han desvanecido.Revista Heritage
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