El pueblo de pescadores en la zona de Cua Dai no es grande, pero es parte del alma de esta tierra con viejos techos de hierro corrugado ubicados entre cocoteros, pequeños barcos anclados en el muelle del río y, especialmente, muchas redes de pesca esparcidas desde el bajo río Thu Bon hasta la bahía de Cua Dai.
Desde hace mucho tiempo, esa imagen se ha convertido en un símbolo de la vida fluvial de aquí.
Una red suele tener unos 60 metros cuadrados de ancho y se fija con cuerdas y cuatro grandes bambúes plantados en el lecho del río. Desde allí, un sistema de cabrestante conduce a una torre de vigilancia (trampa para la red), donde hay un eje giratorio que eleva la red hasta la superficie del agua.
Las herramientas que se utilizan durante las sesiones de "vigilancia de la red" son muy sencillas: un sombrero, una lámpara de queroseno y una vara fina de bambú para manipular la red. Cada paso —desde la caída de la red, el anclaje y la retirada de la misma— depende de la experiencia con la marea, la dirección del viento y la intuición en el mar.
Cada vez que se tira de la red, se pone a prueba la fuerza de las piernas; cada vez que se tira, hay que esperar a que la marea se calme, y cada vez que se sacan peces y camarones del pequeño agujero situado bajo la panza de la red, también hay que prestar atención a la dirección del viento al remar para que el proceso sea fluido y fácil. En otras palabras, aunque parezca sencillo, la pesca con red requiere paciencia, meticulosidad, técnica y muchos años de experiencia.
Foto: Van Viet
Revista Heritage
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