En medio de esa tranquilidad, pocos saben que esta tierra posee una característica especial, no solo por su paisaje, sino también por su accidentado terreno y su extensa frontera, que ha evitado que algunas provincias, como Son La , sean objeto de fusiones administrativas como muchas otras localidades. Esto representa tanto una ventaja estratégica como un gran desafío para la gestión y la garantía de la defensa y la seguridad nacionales.
Al mencionar Son La, la gente suele pensar en la prisión de Son La, un "infierno en la tierra" en la época colonial, donde muchos soldados revolucionarios leales fueron encarcelados, y el melocotonero To Hieu aún florece con fuerza a pesar del tiempo. Pero hay un detalle poco conocido: durante la guerra de resistencia contra Estados Unidos, Son La fue un importante "campo de batalla", donde la CIA y las agencias de inteligencia títeres estadounidenses enviaron grupos de espionaje y comandos para sabotear la retaguardia norteña.
Aprovecharon la extensa frontera y las zonas montañosas escasamente pobladas para infiltrarse por senderos y arroyos, establecer bases, recopilar información, sabotear puentes y carreteras, y sembrar el caos en la retaguardia. Sin embargo, el accidentado terreno del noroeste se convirtió en una ventaja para quienes lo protegían. Los policías, la mayoría de ellos muy jóvenes, convirtieron cada ladera y cada barranco en un puesto de control invisible. Vigilaban, delimitaban y controlaban persistentemente cada movimiento de los grupos de espías y comandos.
En aquella época, los medios técnicos no abundaban, pero la "tecnología" más avanzada de los soldados de seguridad residía en la lealtad absoluta, en la inteligencia y la valentía de quienes entendían cada recodo y cada río como la palma de su mano. Controlaban cada centímetro de la frontera, protegían la gran retaguardia, el Norte, alimentando la creencia en la unificación nacional y aportando recursos humanos y materiales al gran frente, el Sur.

Agosto, el otoño de la independencia nacional, es también una época de recuerdos para el Noroeste. En medio del frenético ritmo de vida actual, la historia de la época de la "pesadera" con espías y comandos aún se cuenta a fuego, como un hilo conductor que conecta el pasado con el presente. Hoy, Son La y las provincias del Noroeste operan un gobierno local de dos niveles, adaptado a sus características geográficas y demográficas.
Se han ampliado las carreteras, las escuelas y los puestos médicos han llegado a muchas aldeas de las tierras altas, revitalizando la vida. Y en las carreteras fronterizas, los pasos de los policías siguen siendo persistentes, cumpliendo silenciosamente todas sus tareas. No siempre visten uniforme, pero dondequiera que estén —en el mercado, en la orilla del río o en el sendero cerca de la frontera— siguen siendo el ojo silencioso de la batalla en las montañas y los bosques.
La heroica historia del Noroeste no es solo el recuerdo de una generación que vivió la guerra, sino también el fuego que alimenta la voluntad de proteger la soberanía en cada corazón hoy. Y en el cielo azul otoñal de la aspiración, en el sonido de las flautas de pan y los tambores que resuenan en las montañas y los bosques, el Noroeste aún custodia con orgullo y en silencio la frontera, como lo hizo en los años de inquebrantables batallas intelectuales... Y en algún lugar del ritmo de vida actual, las historias del pasado aún viven silenciosamente en cada aliento de la tierra y de la gente de aquí.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/mat-tran-tay-bac-post809886.html
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