Ilustración: DANG HONG QUAN
Mi padre falleció hace tres años, pensé que se me habían acabado las lágrimas. Pero un día, mi marido fue a trabajar, corrió hasta el final del callejón y enseguida me envió una foto por Zalo. La foto la tomó con prisa mientras conducía, así que estaba borrosa. Le pregunté qué estaba tomando. Dijo: "¡Ese es mi padre!". En ese instante, mis lágrimas brotaron como un torrente.
El hombre delgado, pequeño y de pelo blanco de la foto que tomó, su apariencia e incluso su voz eran idénticos a los de mi padre. Su casa estaba en el mismo barrio, justo al principio del callejón, pero rara vez lo veía.
Voy a trabajar, llego tarde a casa todas las noches con un montón de tareas domésticas sin identificar, así que casi nunca salgo a los callejones a "charlar" como otras mujeres.
Solo lo vi una vez durante la pandemia, cuando fuimos a la entrada del callejón, aún en pleno confinamiento, para recibir la ayuda por la COVID-19. Aún recuerdo su andar delgado pero ágil, el andar de quienes están acostumbrados al trabajo manual.
En ese entonces, todos debían usar mascarillas y mantener la distancia, pero cuando oí la voz de mi tío respondiendo al guardia de sala, se me paró el corazón. ¡Su voz se parecía tanto a la de mi padre! Se lo dije a mi esposo y asintió. En este mundo, es común que la gente se parezca. Pero él sabía que, en el fondo, extrañaba a mi padre.
La última vez que visité la casa de un hermano menor en Cu Chi, al entrar y conocer a su padre, casi me quedé paralizado, sintiéndome como si estuviera frente a mi propio padre. Se parecía a mi padre, desde su sonrisa arrugada hasta su rostro amable, sus ojos brillantes, su porte ágil, su cabello blanco y su voz clara.
Sin poder controlar mis emociones, les pedí a mi tío y a mi hermano menor que me dejaran llamarlo papá en silencio. Pedí tomarme una foto con él. Al llegar a casa, se la envié a mi hermano menor con el mensaje: "¡Extraño mucho a mi papá, querido!". Quizás mi hermano menor no lo sabía, pero cuando le envié el mensaje, lloré.
Han pasado muchos años, pero ese anhelo nunca se ha desvanecido, aunque siempre evito mencionarlo para poder superar la tristeza. Detrás de mí están mi familia y mi hijo pequeño. No me permito derrumbarme por la tristeza; me impongo disciplina y principios. Pero el corazón tiene sus propias razones.
Extrañar a alguien (especialmente a la persona que más amas en tu vida) no se puede olvidar, pero sigue pareciendo fresco cada vez que conoces a alguien que se parece a tu padre.
Ayer un amigo publicó un mensaje que me impactó. Dijo que había hablado con su padre ayer, pero que esta mañana se había ido al cielo.
Siempre me da miedo leer noticias tan silenciosas y dolorosas, porque he pasado por eso. Tampoco entendía qué me estaba pasando cuando esa tarde llamé a mi padre para preguntarle qué comer para cocinar y llevarlo al hospital. Mi padre comió tranquilamente con su hermano menor en el hospital, no en casa.
No sé cómo consolar a mi amiga, salvo las típicas condolencias. Porque ni mil palabras de consuelo pueden calmar la añoranza que surgió de esa separación. Esa añoranza durará mucho tiempo...
A veces pasaré por esta vida y aún así no dejaré de extrañar.
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