Octubre. Contamos el tiempo por meses, pero el tiempo sigue pasando muy rápido, y en un instante, el año casi termina. Acabo de darme cuenta de que la vida, que parecía tan larga, en realidad pasa en un abrir y cerrar de ojos. Los días en que corría despreocupada bajo la lluvia con mis amigos, ahora me siento y recuerdo el pasado con arrepentimiento.
Las dos palabras "octubre" resuenan en mi cabeza, pero ¿por qué me traen tantos pensamientos? Al recordar el año pasado, sigo sin lograr nada, y de repente el año termina. Año tras año, temporada tras temporada. El tiempo no espera a nadie. Por eso la gente suele mirar atrás, para arrepentirse, para extrañar. Pero nadie puede resistirse a la ley del tiempo: lo quieras o no, los días pasan, aunque quieras volver atrás, no puedes. Algunos dicen: olvida el pasado, por muy hermoso que haya sido, vive el presente y el futuro. Si no quieres arrepentirte del futuro al recordar el pasado, entonces vive bien hoy. Dios es muy justo, todos tienen 24 horas al día para trabajar, amar, disfrutar... sin importar si somos ricos o pobres, viejos o jóvenes, hombres o mujeres.
Octubre. Al oír el canto de los pájaros en el jardín, llamando a un nuevo día, mi corazón se acelera de repente; un nuevo día ha comenzado. No puedo detener el tiempo. Todo en este mundo gira en torno al día y la noche. Hay cosas en esta vida que no se pueden cambiar; tengo que cambiar yo mismo para adaptarme. Adaptarme o ser eliminado. Si quiero ascender, tengo que afrontar desafíos. Si quiero triunfar, tengo que superar el fracaso. Superar mi propio miedo es la única manera de abrir la puerta al éxito. En ese camino, tengo que estar solo. Nadie puede ayudarme excepto yo mismo. Mi mayor enemigo soy yo mismo. Mi mayor miedo soy yo mismo. Mi mayor fuerza también está dentro de mí. Yo mismo decido cómo resultará mi vida, si tengo éxito o fracaso.
Octubre. Ya siento el frío oculto en la niebla matutina, en el viento nocturno. Me despierto en mitad de la noche, con las extremidades entumecidas, recordando de repente que es finales de otoño y ya no hace calor. Este año el tiempo es caprichoso, ya llegó octubre y aún quedan días largos y lluviosos. El cielo está envuelto en un manto marrón, durmiendo perezosamente y negándose a despertar. No hay sol, ni sol, el aire es triste y frío. Siento pena por las mujeres y madres que más venden cestas; a veces llueve, pero aun así tienen que esperar pacientemente a los clientes. Sin vender sus productos, ¿cómo pueden llegar a fin de mes? En los días de lluvia, la ciudad se vuelve de repente un caos. Todos corren a casa; rara vez alguien se detiene a comprar verduras para cenar. Las caras tristes en la calle me atormentan. Las arrugas se dibujan profundamente en la frente. La figura triste sentada con las rodillas dobladas...
Octubre. Un ao dai blanco pasó revoloteando. Dos amigos hablaban y reían de algo tan alegre. Los días de escuela aparecieron de repente en mi memoria. La vieja escuela, los viejos profesores, los amigos cercanos, ¿dónde están ahora? Los días de estudiar duro para los exámenes. Las noches trasnochando con los ojos entornados, pero aún intentando estudiar. Las páginas del anuario, impresas con alas de mariposa hechas de brillantes flores rojas de fénix… ¿Dónde están ahora? Solo recuerdos. Solo arrepentimientos infinitos.
Quizás la vida estudiantil sea la época más hermosa de nuestras vidas. La época despreocupada, antes de que la carga de ganarnos la vida nos agobiara. La época en la que teníamos tantos sueños, aunque fueran muy lejanos y surrealistas. La época en la que empezamos a extrañar a alguien y se nos aceleraba el corazón cada vez que lo veíamos de lejos. La época en la que empezamos a escribir un diario, anotando los secretos que no sabíamos cómo contarle a nadie. Ay, esa época apasionada, la recordamos para siempre y no la podemos olvidar.
Octubre. Una luna llena se yergue en el cielo nocturno, desconcertada. Ya es mediados de otoño, pero la luna sigue siendo tan grande y redonda. Esta noche no llueve, la luna brillante sale al porche a jugar. El laurel florece en secreto, su dulce fragancia impregna el aire. Sobre las hojas del jardín, la luna brilla con fuerza, dándole al jardín un aspecto misterioso y sumamente atractivo que despierta la curiosidad y la curiosidad.
Mirando la luna. Mirando el tranquilo jardín nocturno. Mirando hacia atrás en mi vida. De repente, sobresaltada, después de tantos meses y años, la luna sigue siendo mi amiga más fiel. Cuando estoy triste, todavía me visita, escucha mi corazón, acaricia mi tristeza, se desliza entre mi cabello, sobre mis hombros para consolarme. La luna está lejos, pero muy cerca. La gente está cerca, pero muy lejos. La luna está lejos, pero comprende mi corazón. La gente cercana nunca puede escuchar completamente mi corazón. Las lágrimas caen y se funden con la suave y brillante luna, formando un líquido brillante como el jade. Tanto la alegría como la tristeza son igualmente hermosas. La tristeza me ayuda a crecer. Acepta la tristeza y la alegría en la vida. Acepta el dolor y la felicidad. Crezco cada día. Envejezco cada día. Solo la luna es eternamente joven, siempre atenta al mundo de los asuntos humanos...
Octubre, por favor, baja el ritmo. No quiero que llegue el Tet, no quiero envejecer un año. El otoño sigue siendo muy suave, el clima otoñal sigue siendo muy templado, muy fresco. El sol otoñal sigue siendo frágil, la luna otoñal sigue muy grande y redonda. ¡Octubre, ay, octubre, por favor, baja el ritmo!
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