Las relaciones entre China y Alemania han sido muy fluidas durante la última década. El rápido crecimiento económico de China y su demanda de automóviles y tecnología alemanes han impulsado el crecimiento de la primera economía de Europa. 2022 marcó el séptimo año consecutivo en que China ha sido el principal socio comercial de Alemania, con un comercio de alrededor de 300 000 millones de euros. Más de 5000 empresas alemanas con 1,1 millones de empleados operan en el país del este asiático. La economía alemana se beneficia enormemente de la mano de obra barata, la abundancia de materias primas y el enorme mercado interno de su socio.
En ese contexto, no sorprende que ambas partes se sitúen en una posición estratégica en el proceso de desarrollo, en medio de las múltiples dificultades de la economía global. Esta importancia queda demostrada, en primer lugar, por el primer viaje al extranjero del nuevo primer ministro chino, Li Qiang. Las declaraciones de los líderes de ambos países también demuestran la necesidad de un mayor acercamiento.
El primer ministro chino, Li Qiang, señaló que el mundo actual se encuentra en una nueva fase de cambio y que es necesario que China y Alemania mantengan la tradición de amistad bilateral. «La falta de cooperación es el mayor riesgo, la falta de desarrollo es la mayor inseguridad», enfatizó el primer ministro chino, Li Qiang, durante una reunión con importantes empresas alemanas. Por su parte, el canciller alemán, Olaf Scholz, dio la bienvenida a la visita y destacó la importancia de la séptima ronda de consultas gubernamentales entre Alemania y China, bajo el lema «Actuando juntos por la sostenibilidad», que Berlín solo lleva a cabo con socios especialmente cercanos.
Además de los esfuerzos por fortalecer la cooperación, los observadores afirman que China también desea superar las diferencias con Alemania en un contexto mundial volátil. El entendimiento mutuo es especialmente importante en estos momentos, cuando existen cada vez más obstáculos que afectan la relación bilateral. Entre ellos, cabe mencionar que la relación entre China y Estados Unidos se está tensando y que la Unión Europea (UE) busca reducir su dependencia económica de China, así como el impacto del conflicto en Ucrania. Con la Comisión Europea proponiendo una estrategia para controlar la inversión y las exportaciones a China, la voz de Berlín será crucial para garantizar que la UE no se exceda en sus decisiones de regulación de las relaciones comerciales.
Alemania, al igual que algunos países europeos, también desea que China desempeñe un papel de apoyo frente a los riesgos que puedan surgir de las recientes políticas estadounidenses. La explotación por parte de Washington de la escasez energética europea, debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, para exportar gas natural licuado (GNL) a un precio cuatro veces superior al nacional, ha sido calificada de "inaceptable" para Alemania. Mientras tanto, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) estadounidense, aparentemente concebida para apoyar a la industria nacional durante un período de interrupción de la cadena de suministro, en realidad es de naturaleza proteccionista, lo que provoca que las industrias alemanas pierdan competitividad.
Sin embargo, estas aspiraciones se enfrentan actualmente a algunos obstáculos. Existe una creciente desconfianza en Berlín ante las fusiones y adquisiciones que importantes empresas chinas están llevando a cabo con numerosas empresas alemanas. También existe preocupación por las filtraciones de tecnología y las patentes. Además, promover la cooperación con China en este momento requerirá que el canciller alemán, Olaf Scholz, sea hábil para equilibrar las relaciones con sus aliados del Grupo de los Siete (G7): Canadá, Francia, Italia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos. Por su parte, Pekín ha criticado durante mucho tiempo las posturas de Berlín sobre el conflicto en Ucrania y la cuestión de Taiwán (China).
En cualquier caso, la tendencia hacia una relación mutuamente beneficiosa entre Alemania y China es evidente y puede considerarse inevitable. Ciertas diferencias de opinión no pueden impedir que ambas partes busquen oportunidades de cooperación. En este contexto, la visita del primer ministro chino constituye una valiosa oportunidad para que ambas partes se reúnan y definan claramente el rumbo y los pasos a seguir para el futuro.
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