Esto dificulta que el país fortalezca el desarrollo del sector educativo internacional.
Menos de una semana después del primer ataque aéreo de Israel contra Irán, una serie de universidades declararon el estado de emergencia, suspendiendo todas las actividades académicas, incluidas clases, exámenes y defensas de tesis doctorales.
La Universidad Tecnológica de Amirkabir, la Universidad Sharif y la Universidad Al-Zahra, las mejores universidades de Irán, han suspendido sus operaciones, y muchas han exigido a los estudiantes que abandonen sus residencias inmediatamente. Se han implementado medidas de seguridad sin precedentes, que van desde la prohibición de entrada a los estudiantes al campus hasta la suspensión de todos los servicios de alimentación y los cursos de verano.
Según los expertos, la infraestructura universitaria no es resiliente a la crisis. Los servicios de internet se han visto interrumpidos en todos los ámbitos, ya que el gobierno prioriza el control de la información durante un momento delicado. Algunas escuelas intentaron inicialmente continuar con la enseñanza y los exámenes en línea, pero se vieron obligadas a suspenderlos debido a conexiones deficientes o bloqueadas.
Irán cuenta actualmente con unos 100.000 estudiantes internacionales, principalmente de países vecinos como Afganistán, Irak, Pakistán e India. Cuando estallaron los atentados y se emitieron alertas de seguridad, muchas embajadas actuaron de inmediato.
India ha coordinado la evacuación de cientos de estudiantes, trasladándolos a Armenia o a zonas menos afectadas fuera de Teherán. Pakistán también está repatriando activamente a estudiantes por tierra y aire.
Además del caos logístico y organizativo, la crisis también ha revelado desafíos más amplios que enfrenta la educación superior en la región. El primero y más importante es la dependencia de la educación del contexto político y de seguridad nacional.
Si bien muchos países consideran las universidades como "zonas seguras" inviolables, en Irán las escuelas se han convertido en blancos indirectos del conflicto. La proximidad de las instituciones educativas a centros militares y de seguridad las ha convertido en zonas potencialmente peligrosas para los atacantes.
En segundo lugar, la crisis ha puesto de manifiesto los riesgos que enfrentan los estudiantes internacionales al estudiar en regiones inestables. Muchos estudiantes afganos y pakistaníes no pueden regresar a casa debido a circunstancias políticas o falta de documentación, lo que los deja varados. Incluso quienes han sido evacuados enfrentan una gran incertidumbre: ¿Cómo continuarán sus estudios? ¿Cuál será su futuro académico?
La situación actual en Irán es un claro ejemplo de la intersección entre la educación y la seguridad nacional. Plantea serias preguntas a la comunidad académica internacional sobre cómo garantizar la seguridad y la continuidad de la educación en situaciones de conflicto.
Las organizaciones internacionales, desde la UNESCO hasta las asociaciones universitarias mundiales, deberían considerar establecer mecanismos de emergencia que brinden apoyo financiero y académico a los estudiantes afectados por la guerra.
La crisis ha demostrado que el conocimiento nunca está fuera de juego. Las universidades, símbolos de paz y desarrollo, deben ser protegidas como verdaderas "zonas desmilitarizadas" donde la educación pueda continuar incluso en los momentos más difíciles. Que decenas de miles de estudiantes abandonen sus estudios a mitad de camino no solo representa una pérdida personal, sino también una enorme pérdida para el desarrollo futuro de la región.
Fuente: https://giaoducthoidai.vn/sinh-vien-nuoc-ngoai-roi-iran-trong-hon-loan-post737518.html
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