El hombre compartió la historia para advertir a sus viejos amigos.
Soy Lu Yi, tengo 71 años. Debería haber podido vivir una vejez cómoda con una pensión mensual de 23.000 yuanes (unos 80 millones de dongs). Pero ahora, no soy diferente de una persona sin hogar, que deambula sin rumbo, viviendo de migajas.
Lo perdí todo –mi casa, mi dinero, incluso mi familia– por un error: confié demasiado en mis hijos.
Con las manos vacías al final de la vida
Solía tener una vida cómoda. Después de jubilarme, seguía teniendo un ingreso estable y mi casa también era espaciosa. Pero un día, mi hijo mayor, Lu Ming, se me acercó con aspecto demacrado. "Papá, mi empresa está en apuros. Si no tengo dinero, lo perderé todo", dijo Lu Ming con una mirada suplicante.
Al ver a mi hijo así, no pude soportarlo. Le pregunté: "¿Qué puedo hacer por ti?".
Minh me tomó la mano: «Si puedes vender esta casa, tendré dinero para salir adelante. Más adelante, cuando mi negocio mejore, podré encargarme de lo que quieras».
Dudé. Esta era la casa donde había vivido toda mi vida, donde pensaba pasar el resto de mi vida. Pero ante su insistencia, acepté. Creía que estaba ayudando a mi hijo a salir de un apuro.
Tras pensarlo mucho, finalmente vendí la casa y le di todo el dinero a Luc Minh. Y no me detuve ahí: para que mi hijo pudiera empezar un negocio, incluso le di mi tarjeta de pensión sin pensarlo mucho.

Ilustración
Pero después de solo unos meses, me di cuenta de que había cometido un terrible error. La empresa de Luc Minh no solo no se recuperó, sino que además estaba muy endeudada. Cuando le pregunté a Minh, simplemente me evitó.
Un día, le pregunté directamente: «Luc Minh, ¿qué le prometiste a tu padre? Ahora que tu padre no tiene casa ni dinero, ¿qué vas a hacer?».
Minh suspiró, sin mirarme, y luego dijo: "Papá, no tengo opciones. Cuídate".
Me quedé atónito. No podía creerlo. El hijo que más amaba podía decir esas palabras. Había perdido mi casa, mi dinero y, ahora, mi único sustento.
Empujado a la calle
Poco después, no solo mi hijo, sino también mi nuera, revelaron su verdadera naturaleza. Recuerdo cuando aún tenía casa y pensión, mis hijos me cuidaban y me cuidaban. Pero ahora que todo se ha ido, el amor se ha desvanecido.
Un día, mi nuera me dijo: «Papá, nuestra familia está en apuros, no podemos cuidarte para siempre. Deberías buscar otra solución». Miré a Minh, esperando que hablara. Pero simplemente agachó la cabeza y guardó silencio.
"¿De verdad vas a ahuyentarme?" pregunté, ahogándome.
—Mira, esta casa es pequeña, los niños necesitan espacio. Es un inconveniente para ti quedarte aquí... —continuó la nuera sin dudar.

Ilustración
Ese día, salí de la casa de mi hijo con solo una bolsa de cosas viejas en la mano. Nunca pensé que algún día me quedaría sin hogar. Sin un lugar donde quedarme, vagaba por todas partes. De día, me sentaba en el parque; de noche, dormía bajo puentes o en las esquinas. Cuando tenía hambre, recogía el pan que sobraba en las tiendas.
Un día, me encontré con un viejo conocido. En ese momento, estaba frente a una tienda que vendía dumplings por 3 yuanes (unos 10 mil VND), pero no me atreví a comprarlos. Él se quedó atónito: "¿Lu Yi? ¿Cómo terminaste así? ". Incluso me los pagó. Ante la pregunta de mi viejo amigo, sonreí con tristeza: "Mi mayor error fue confiar demasiado en mis hijos".
Durante los días que vagaba por las calles, pensé: Si hubiera conservado la casa y no les hubiera dado todo el dinero a mis hijos, probablemente no tendría que sufrir así. Pero, por desgracia, cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Comparto mi historia para advertir a otros viejos amigos. Siempre busquen una salida. Amen a sus hijos, pero no dejen que ese amor los haga perderlo todo.
[anuncio_2]
Fuente: https://giadinh.suckhoedoisong.vn/nguoi-dan-ong-luong-huu-80-trieu-nhung-cuoi-doi-tro-thanh-vo-gia-cu-khong-co-noi-10-ngan-de-mua-banh-sai-lam-cay-dang-nhieu-nguoi-mac-phai-172250302203244335.htm
Kommentar (0)