Inmediatamente después de que el Ministerio de Educación y Capacitación anunciara la distribución de las puntuaciones de las asignaturas del examen, muchas opiniones dijeron que la distribución de las puntuaciones era "hermosa", distribuida de manera uniforme, la puntuación media no era demasiado baja, el número de 10 no era demasiado alto, lo que significa que el examen fue un éxito.
De hecho, si analizamos con más detalle cada asignatura, especialmente Matemáticas, una asignatura obligatoria, el panorama no es muy positivo ni garantiza la imparcialidad que requiere un examen nacional. En el examen de Matemáticas de este año, casi el 60 % de los candidatos se situó por debajo del promedio. La distribución de las puntuaciones está claramente sesgada, con un máximo de entre 3,8 y 4,2 puntos, lo que demuestra que el examen planteó grandes dificultades para los estudiantes promedio y no diferenció adecuadamente entre los grupos excelentes.
Las ciencias naturales (Física, Química, Biología) presentan puntuaciones medias altas, con una amplia gama de puntuaciones entre 6 y 8 puntos, lo que ha llevado a la opinión pública a cuestionar la consistencia del diseño del examen. El desequilibrio entre las asignaturas del examen está socavando la estandarización del mismo. Si continuamos utilizando los rangos de puntuación de años anteriores como base para determinar las políticas de exámenes y convertir las admisiones, especialmente para cada combinación, el riesgo de que surjan nuevas paradojas es inevitable.
Si bien el examen de este año se diseñó según el Programa de Educación General de 2018, con énfasis en el desarrollo de capacidades y la reducción de la memorización, la realidad ha mostrado numerosas deficiencias. La asignatura de Matemáticas presenta muchas preguntas extensas, lo que sobrecarga a los estudiantes promedio, mientras que la sección avanzada carece de preguntas verdaderamente clasificatorias, lo que resulta en una distribución de puntuaciones irregular: los buenos estudiantes obtienen fácilmente puntuaciones inusualmente altas, mientras que la mayoría están por debajo del promedio. Esto demuestra que el programa es nuevo, pero la concepción del examen no ha cambiado realmente. Aún más preocupante es que la distribución de puntuaciones de este año ya no es compatible con la de años anteriores, y muchas escuelas aún se ven obligadas a utilizar datos antiguos para convertir las puntuaciones de admisión.
Las deficiencias mencionadas tendrán consecuencias y posibles interrupciones en el proceso de admisión universitaria. Sin ajustes oportunos, el proceso de admisión universitaria de 2025 se verá afectado por numerosas interrupciones. En primer lugar, las universidades carecen de datos estandarizados para elaborar una escala de puntuaciones, lo que puede fácilmente llevar a una situación en la que cada plaza se convierta de forma diferente y la combinación de admisión se distorsione.
La discrepancia entre los niveles de dificultad de las asignaturas puede provocar que los candidatos con puntuaciones altas en asignaturas fáciles superen a aquellos realmente capaces, pero que se enfrentan a preguntas complicadas, especialmente de forma injusta en campos altamente competitivos. El sistema de filtrado virtual, si no se actualiza según la nueva distribución de puntuaciones, puede generar discrepancias en la asignación de cupos y la confirmación de la admisión, algo que ocurrió en 2022. A largo plazo, si la distribución distorsionada de las puntuaciones continúa sin medidas correctivas, la confianza en la imparcialidad del examen y del mecanismo de admisión se verá gravemente erosionada.
Para evitar estas consecuencias, el Ministerio de Educación y Formación debería publicar pronto datos completos sobre la distribución de puntuaciones por asignatura, combinación y región en forma de datos abiertos, como base para que los centros educativos conviertan las puntuaciones de forma transparente y científica. Al mismo tiempo, debería dejar de utilizar datos anteriores para la conversión sin un análisis y una corrección minuciosos.
A largo plazo, se debería construir una escala nacional de competencias acorde con los nuevos estándares curriculares, a partir de la cual se diseñarán preguntas de examen y escalas de puntuación adecuadas (aplicaciones de evaluación informática), en lugar de seguir buscando un "espectro de puntuación atractivo" pero sin sentido. El sistema de admisión universitaria también debería cambiar gradualmente a un mecanismo de confianza, autonomía, evaluación diversa y multidimensional, en lugar de depender completamente de un examen con demasiadas incógnitas. Este año, con la reforma integral del programa de educación general, la evaluación de la capacidad estudiantil también debe verse desde una nueva perspectiva: más justa, más precisa y más humana. No permitamos que candidatos verdaderamente capaces "suspendan injustamente" solo porque el sistema de evaluación es irregular, estacional y carece de estándares de datos.
Fuente: https://www.sggp.org.vn/pho-diem-bat-thuong-va-he-luy-cho-xet-tuyen-dai-hoc-post804788.html
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