Es una fragancia suave y dulce, como una llamada que resuena en lo profundo de la memoria, despertando los días inocentes y puros de la infancia. De repente, extraño los momentos en que esperaba sentada bajo el árbol, mirando cada chirimoya dorada que asomaba entre el exuberante follaje reflejando la luz del atardecer.
El viejo caimito se yergue desolado en un rincón junto al pozo. Sus hojas cuelgan silenciosamente, sombreando el pequeño jardín tras el gallinero. Cada otoño, las ramas y hojas parecen colgar, brillando con frutos redondos y carnosos, como si reunieran en sí mismos todo el sol radiante de la temporada. El caimito dorado del antiguo cuento de hadas madura en silencio, esparciendo silenciosamente su fragancia, una fragancia a la vez pura y apasionada, que se filtra por cada rincón de la vieja casa, se aferra a la brisa de la tarde y luego se esparce por calles y patios... El caimito maduro tiene una fragancia única, inconfundible, aunque la gente pueda olvidar muchos aromas, pero una vez que lo inhalan, se aferran para siempre, como la gente que se enamora sin darse cuenta.
Ilustración: Tra My |
Todavía recuerdo con claridad las tardes de otoño, cuando el sol caía oblicuamente sobre el jardín donde se había descascarillado la lima, colocaba una cesta de bambú bajo el árbol de carambola y, con una vara de bambú, recogía la carambola dorada. Les daba algunas a sus vecinos y a los niños del extremo del pueblo. Cada vez que volvía de pastorear búfalos, estos se quedaban allí, algunos sentados en el lomo del búfalo, otros de puntillas en lo alto del muro de ladrillo, como intentando inhalar el aroma de la carambola madura para llenarse el pecho antes de guiar al búfalo de vuelta al granero. El resto lo guardaba en una cesta de bambú, justo encima del armario. Nada más entrar en la casa, el aroma a carambola se extendía con fuerza, mezclado con el olor a madera de la cama, evocando el olor del tiempo que aún persistía en la antigua habitación... haciendo que todo el espacio se convirtiera de repente en un recuerdo perfumado...
La temporada de carambolas maduras también trae consigo muchos recuerdos pequeños, pero tiernos y cálidos. Recuerdo las tardes soleadas, tumbada en una hamaca bajo un árbol, con los ojos cerrados, dejando que el aroma de la carambola se extendiera suavemente, como la mano de Tam en un viejo cuento de hadas agitando un abanico de hojas de palma, disipando un poco el calor. Recuerdo sobre todo cuando la carambola está madura, pelando con cuidado la fina piel exterior y llevándola a la boca, sintiendo su suave dulzura en la punta de la lengua.
El tiempo pasa, llevándose los otoños uno a uno, pero el aroma de la carambola aún perdura en mi memoria, algo confusa. Cada vez que paso por la calle en otoño, con solo percibir un leve aroma, siento de repente que estoy de vuelta en el viejo árbol de carambola. Veo la luz amarilla del sol brillando a través de las hojas, oigo el canto de las cigarras al caer sobre la copa del árbol al final de la temporada y oigo a mi abuela llamarme para que salga al jardín a recoger la carambola antes de que los pájaros vengan a comérsela. Esos recuerdos, aunque no puedo tocarlos, siempre están presentes en mi corazón, aunque el tiempo intente ocultarlos.
Las calles han entrado en otoño, y la temporada de caimitos de mi pueblo también ha madurado. Aún quedan algunos puestos en el mercado, pero su sabor parece haber desaparecido. Quizás hace mucho que no oigo el sonido de los caimitos cayendo en el jardín, que ya no veo la figura de la anciana agachándose para colocar cuidadosamente cada fruta en una cesta, ni esas tardes frescas y ventosas con un sol pálido en el jardín.
Como un susurro del recuerdo, el aroma de la flor es como un puente entre el presente y el pasado, recordándome el pasado, el amor que alimentó una infancia pura y apacible, de modo que, a medida que envejezco, mi corazón se llena cada vez más de un anhelo inmenso y silencioso. Porque, al fin y al cabo, para mantenerse firme en el ajetreo de la vida, no se necesitan demasiadas cosas buenas, sino solo un aroma familiar, para saber que una vez se tuvo una infancia hermosa, ambiciones y muchos sueños...
Fuente: https://baodaklak.vn/van-hoa-du-lich-van-hoc-nghe-thuat/van-hoc-nghe-thuat/202508/nong-nan-huong-thi-25002b0/
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