Trabajo duro para cultivar flores y verduras para mantenerme ocupado - Ilustración: KN
Hace más de tres años, cuando me casé, me mudé al sur para vivir cerca de mi esposo. Al tener que cambiar mi entorno habitual, mi matrimonio quedó en shock y caí en un estado de tristeza y depresión, sin ganas de hacer nada más.
Para reducir la presión de "entrada" sobre mí mismo, dejé mi trabajo antes de lo planeado (todavía me estoy preparando para otro trabajo que me gusta más, pero si no fuera por ese "shock", no habría dejado mi trabajo).
Comencé a desarrollar un nuevo hábito: cultivar flores y verduras.
Durante más de un año, mi mente se centró únicamente en cultivar flores y verduras, y aprendí nuevos conocimientos con diligencia. Gracias a eso, había muy poco espacio en mi mente para pensamientos negativos sobre el matrimonio.
Como me dedicaba tanto al cultivo de flores y verduras, mis flores y verduras crecieron muy bien en aquel entonces. También me alegraba mucho ver los resultados de mi trabajo.
El placer ayuda a olvidar y aliviar, no necesariamente a curar.
Poco a poco, a medida que me acostumbraba a la vida de casada, me di cuenta de que el problema a menudo no era mi marido, sino yo. Me di cuenta de que no era lo que hacía mi marido, sino mis pensamientos, mis suposiciones sobre sus acciones, lo que me hacía sentir herida, desconfiada o asustada.
De ahora en adelante, cada vez que siento que algo me preocupa, se lo digo a mi marido en lugar de perderme en mis pensamientos y especulaciones.
Conozco a personas que han convertido la jardinería en una profesión gracias a sus beneficios curativos. Para mí, la jardinería es solo una actividad temporal que me ayuda a sanar.
A través del conocimiento sobre la curación que he aprendido, además de la jardinería, hay muchas otras actividades que pueden ayudar a las personas a sanar, como escribir, hacer ejercicio , remar, escalar, bailar... Estas actividades pueden traernos alegría porque cuando participamos en esas actividades, enfocamos nuestra atención en la actividad y nos olvidamos de nuestra tristeza.
Éste es un ejemplo de la ley de sustitución en psicología: para renunciar a algo, debemos reemplazarlo con otra cosa.
Pero ¿pueden estas actividades realmente curarnos?
En primer lugar, cabe afirmar que estas actividades nos traen alegría y nos ayudan a olvidar temporalmente la tristeza en lugar de sumergirnos en ella y deprimirnos. Cuando nos concentramos, dejamos de pensar temporalmente en las cosas que nos entristecen. Cuanto más tiempo dedicamos a nuestras actividades favoritas, menos tiempo pasamos dándole vueltas a la tristeza.
Pero esas actividades por sí solas no bastan para sanarnos de verdad. Nuestro dolor sigue ahí, solo que está latente temporalmente mientras nos absorbemos en nuestra actividad favorita. Pero en cuanto alguien o algo nos trae un viejo recuerdo o a una persona mayor, el dolor cobra vida, haciéndonos doler como si nos acabaran de herir.
¿Cuándo sabemos que nuestro dolor está verdaderamente curado?
Según la profesora, autora y oradora motivacional estadounidense Louise L. Hay (1926-2017): "Solo cuando perdonamos a los demás podemos empezar a sanar".
En su libro Los Cuatro Acuerdos , el autor Don Miguel Ruiz afirma lo mismo: “El perdón es la única manera de sanar las heridas”.
Según Don Miguel Ruiz, necesitamos perdonar a los demás y a nosotros mismos.
El perdón nos ayuda a liberar el dolor, es una acción que hacemos por nosotros mismos, para nosotros, no por los demás, para los demás.
Desde mi experiencia entiendo que la sanación es un trabajo personal de cada uno de nosotros, sólo nosotros podemos sanarnos.
¿Alguna vez has deseado sanar? ¿Crees que compartir el "deseo de sanar" de los jóvenes en redes sociales es solo por diversión o refleja su verdadero deseo? Comparte tu opinión en [email protected]. Tuoi Tre Online te lo agradece.
[anuncio_2]
Fuente
Kommentar (0)