En medio del mar de tecnología, los humanos todavía crean valor independientemente de la IA.
La IA ya no es solo una herramienta. Se encarga de tareas que antes se consideraban un testimonio de la capacidad humana: escribir correctamente, hablar bien, hacer presentaciones impecables, analizar con lógica e incluso ser creativo.
La gente sigue creando cosas. Pero el orgullo y el apego a los resultados de su trabajo se están desvaneciendo. Cada vez más personas son simplemente "usuarios de herramientas" en lugar de "creadores".
La IA oscurece el verdadero valor de los trabajadores
Parece que se está instaurando una nueva equidad: todos tienen derecho a usar la IA. Los malos escritores pueden escribir bien, quienes no saben editar vídeos pueden tener clips excelentes, los estudiantes de primer año pueden escribir informes tan buenos como los doctorandos...
Las habilidades individuales ya no son una barrera. Pero la paradoja empieza a surgir.
Cuando todos pueden crear productos hermosos, la sociedad pierde la capacidad de distinguir entre los verdaderamente buenos y los que solo saben usar herramientas. Quienes antes se enorgullecían de sus habilidades de repente dejan de destacar. Las fortalezas se ven superadas por los algoritmos. La línea entre "bueno" y "experto en IA" se difumina cada vez más.
Incluso quienes dominan la IA se sienten confundidos: ¿qué habilidades están desarrollando? Solo ven una cosa muy real: la máquina trabaja más rápido y ellos mismos se vuelven cada vez más invisibles en el proceso de creación del producto.
Si no quieres ser reemplazado, no le des todo a la IA.
En la era de la IA, saber usar herramientas es una habilidad básica. Pero ser bueno ya no se define por la velocidad ni la fluidez. Cuando cualquiera puede crear algo que se ve y suena bien, la diferencia radica en la elección: saber cuándo usar la IA y cuándo hacerlo uno mismo.
Las buenas personas no son las que dejan que las máquinas lo hagan todo por ellas, sino las que son lo suficientemente sensatas como para empezar desde cero, sin entrar en pánico ante el espacio en blanco, sin entregar todos sus pensamientos a algoritmos. No se disuelven en innumerables productos similares creados por la misma herramienta.
Conservan la única parte que las máquinas no pueden copiar: su ego, su paciencia y la emoción de crear con sus propias manos algo, por lento o por imperfecto que sea, que sea suyo.
Porque para sobrevivir en un mundo controlado por máquinas no bastan las habilidades, también se necesita coraje para no perderse.
Fuente: https://tuoitre.vn/khi-ai-ngay-mot-gioi-nhan-vien-can-lam-gi-de-sinh-ton-20250624102129515.htm
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