Formación profesional: de “billete” de trabajo a equipaje de integración
Durante décadas, la formación profesional se consideró una opción secundaria en comparación con la universidad. Muchos padres y estudiantes asumían que la universidad era la puerta a una vida mejor, mientras que la formación profesional era solo para quienes tenían un rendimiento académico promedio o no cumplían con los requisitos del examen de admisión. Esta percepción provocó que el sistema de formación profesional de Vietnam se viera sumido en una situación difícil, con muchas escuelas de formación profesional operando a un nivel bajo o incluso cerrando por falta de matrícula. Sin embargo, el panorama del mercado laboral en la nueva década ha cambiado por completo.

Según las estadísticas, actualmente hasta el 70% de la demanda laboral se concentra en el grupo de trabajadores de cualificación media: aquellos con sólidas habilidades prácticas, capacidad para operar maquinaria, reparar equipos y fabricar productos. Mientras tanto, la oferta es escasa. Esta paradoja lleva a muchas empresas a quejarse de la imposibilidad de contratar técnicos y cualificados, mientras que decenas de miles de licenciados y másteres siguen desempleados o trabajando en empleos no relacionados con su especialización.
Esto demuestra que la formación profesional ya no es una alternativa, sino una opción proactiva y acertada para quienes desean incorporarse rápidamente al mercado laboral. Al adquirir una sólida profesión, los trabajadores no solo consiguen empleos estables, sino que también abren oportunidades de autoempleo, creación de pequeñas empresas o la posibilidad de convertirse en profesionales altamente cualificados.
El valor de la carrera en tiempos de cambio
En el contexto de la Revolución Industrial 4.0, el concepto de carrera profesional no se limita a "realizar un trabajo específico", sino que también se asocia con la capacidad de adaptación y reciclaje profesional. Un electricista puede aprender más sobre energías renovables; un mecánico puede formarse para operar robots; un sastre puede dedicarse al diseño y la creación de productos de moda de alta gama para el mercado internacional.
Lo más importante de la formación profesional es su practicidad. No se necesitan largas teorías; los alumnos están expuestos directamente a máquinas, materiales y procesos de producción. Cada hora de estudio es una hora de desarrollo de habilidades. Esto es lo que marca la diferencia: las habilidades profesionales se pueden verificar inmediatamente en los productos y servicios producidos, no solo en el diploma.

El valor de una profesión también reside en su sostenibilidad. Si bien algunas profesiones de moda son fáciles de alcanzar, también desaparecen rápidamente, las profesiones artesanales, técnicas y de servicios esenciales siempre existen en la sociedad. Un buen mecánico de automóviles siempre tendrá clientes, un chef talentoso siempre encontrará un lugar, un técnico médico altamente cualificado siempre será necesario para la comunidad. Una profesión no solo es una fuente de ingresos, sino también un motivo de orgullo, un certificado de profesionalidad.
Además, la sociedad moderna ha cambiado la perspectiva: los trabajadores cualificados pueden ganar mucho más que los oficinistas. De hecho, muchos trabajadores cualificados en los sectores de la construcción, la mecánica, la electricidad, la electrónica, la belleza y la gastronomía ganan entre 20 y 40 millones de VND al mes, o incluso más, gracias a la escasez de recursos humanos cualificados. Por lo tanto, el valor de una profesión no es solo un medio para ganarse la vida, sino también una vía legítima para enriquecerse.
Invertir en formación profesional: invertir en el futuro
Cuando el Gobierno y las organizaciones internacionales advierten que hasta 45 millones de trabajadores vietnamitas necesitan capacitación, no se trata solo de una cuestión personal, sino también de supervivencia económica. Sin una mano de obra cualificada, Vietnam tendrá dificultades para aprovechar las oportunidades que ofrecen los flujos de inversión extranjera, participar activamente en la cadena de valor global y construir una sociedad basada en el conocimiento y la innovación.
Invertir en formación profesional es, por lo tanto, invertir en el futuro de la nación. Es necesario modernizar las escuelas profesionales, modernizar sus programas y vincularlas estrechamente con las empresas para capacitar según las necesidades reales. Es necesario apoyar a los trabajadores con las tasas de matrícula y animarlos a estudiar a lo largo de su vida, para que puedan actualizar sus competencias ante los cambios del mercado.
En particular, es necesario cambiar la percepción social: la formación profesional no es un camino estrecho, sino una vía paralela a la universidad, con el mismo valor y potencial. La formación profesional debe promoverse como una opción prestigiosa, porque detrás de cada producto de calidad, de cada proyecto sostenible, se encuentran las manos y las mentes de trabajadores cualificados.
En una era donde el conocimiento y las habilidades prácticas determinan la existencia de cada individuo, la formación profesional no solo es personal, sino que también está estrechamente vinculada al desarrollo de la sociedad. Una carrera sólida es un "pasaporte" para que los trabajadores se integren, afirmen sus valores y construyan un futuro sostenible para sí mismos y para el país.
Fuente: https://baolaocai.vn/hoc-nghe-gia-tri-ben-vung-cua-lao-dong-trong-ky-nguyen-moi-post879979.html
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