No sólo eso, detrás de esa belleza hay una historia más profunda: un viaje para convertir el turismo en una fuerza impulsora para regenerar el medio ambiente, nutrir a las comunidades y remodelar la forma en que las personas se conectan con la naturaleza.
El turismo verde atrae a un gran número de turistas a Costa Rica cada año. Foto: Costa Rica Travel
Como un pequeño punto azul en el mapa, Costa Rica es un pequeño país enclavado entre el Océano Pacífico y el Mar Caribe, que ocupa solo el 0,03% de la superficie terrestre del planeta , pero posee el 5% de la biodiversidad mundial. Desde los místicos bosques nubosos de Monteverde hasta las playas de arena blanca de Tamarindo, la naturaleza aquí parece permanecer intacta, a pesar del auge del desarrollo turístico.
Lo que hace especial a Costa Rica no son solo sus paisajes; el país reconoció desde el principio que el turismo puede ser un arma de doble filo: contribuye a impulsar las economías locales, pero también puede poner en riesgo los ecosistemas si no se controla. Por eso, Costa Rica ha llevado el concepto de "turismo sostenible" un paso más allá, adoptando el "turismo regenerativo". En lugar de simplemente "no dañar" el medio ambiente, el turismo regenerativo enfatiza el papel de los visitantes al participar activamente en actividades que contribuyen a la restauración natural y apoyan a las comunidades locales.
Gracias a ello, Costa Rica ha creado modelos muy singulares, como el de la Fundación Corcovado o el de Árboles Comunitarios de Carbono, que brindan a los visitantes la experiencia de participar directamente en programas de plantación de bosques y monitorear el proceso de regeneración de los bosques primarios.
Además, los proyectos de conservación de tortugas marinas en la Península de Nicoya invitan a los turistas a unirse a la comunidad local para proteger los nidos y liberar crías de tortuga al mar. Las comunidades Bribri y Maleku también ofrecen programas de turismo cultural donde los turistas pueden aprender sobre plantas medicinales, técnicas de agricultura sostenible y escuchar historias tradicionales sobre la estrecha conexión entre las personas y la naturaleza.
En San Gerardo de Dota, pequeñas casas de familia administradas por habitantes locales crean un ambiente acogedor e íntimo, sirviendo como puente para que los ingresos provenientes del turismo se reinviertan en proyectos comunitarios como escuelas, sistemas de reciclaje de residuos o conservación del ave quetzal (un ave legendaria de las montañas y bosques de América Central).
Si se hospeda en Lapa Ríos Lodge en la Península de Osa, cada noche de su estancia se donará a fondos de desarrollo comunitario y programas de protección de la selva tropical. Así, sus vacaciones serán más completas y significativas que nunca.
Sin embargo, para construir la industria turística "verde" que es hoy, Costa Rica tuvo que afrontar muchas lecciones dolorosas. En la década de 1990, el país experimentó un crecimiento explosivo del turismo, lo que generó residuos plásticos, contaminación del agua, caza ilegal y la aparición masiva de complejos turísticos que invadían la selva virgen. Las ganancias a corto plazo en aquel entonces parecían una victoria, pero contenían el riesgo de destruir el ecosistema a largo plazo. Gracias al reconocimiento temprano de los riesgos, en lugar de explotar el turismo a toda costa, este país estableció un marco legal sólido mediante políticas fiscales específicas, creó un sistema de certificación CST y desarrolló una red de áreas protegidas que abarca casi el 30% del territorio nacional.
Curiosamente, mientras que en muchos lugares del mundo la conservación y el desarrollo son dos polos opuestos, Costa Rica ha demostrado lo contrario. Este país integra la naturaleza en la vida, convirtiendo la protección del medio ambiente en un estilo de vida comunitario, vinculado a valores económicos sostenibles. Aquí, la filosofía de vida "Pura Vida" (traducido aproximadamente como "Vida Pura") es una frase de bienvenida que, a la vez, expresa un estilo de vida pausado, agradecido y respetuoso con el medio ambiente. Esto ha sentado una base sólida para que el modelo de turismo sostenible en Costa Rica no caiga en la tendencia del "falso verde" como en muchos otros lugares.
En todo Costa Rica, la gente ha demostrado que el turismo puede ir de la mano con la conservación, que las economías locales no tienen por qué darse a expensas del medio ambiente y que cada viaje puede ser un catalizador para un cambio positivo.
El desarrollo del turismo sostenible ha creado miles de empleos para la población local, principalmente en comunidades rurales y reservas naturales. Muchas actividades ecoturísticas requieren la participación de diversos profesionales, desde guías turísticos y personal hotelero hasta quienes trabajan en la agricultura orgánica y la artesanía local.
Gracias a ello, también se reduce el desempleo y se crea una fuente estable de ingresos. Según las estadísticas, el turismo contribuye entre el 5 % y el 8 % del Producto Interno Bruto (PIB), generando más de 4000 millones de dólares anuales. Más de 3 millones de visitantes internacionales visitan este pequeño país cada año, la mayoría gracias a su modelo de turismo sostenible.
En medio de los impredecibles acontecimientos del cambio climático y la crisis ecológica, Costa Rica es como un excepcional respiro verde. Lo que este país hace es suficiente para inspirar al mundo hacia un modelo de desarrollo sostenible, donde las personas y la naturaleza no están separadas, sino que se nutren mutuamente.
Fuente: https://hanoimoi.vn/chuyen-doi-xanh-co-hoi-vang-nang-tam-du-lich-viet-costa-rica-noi-thien-nhien-tro-thanh-mot-phan-cua-doi-song-699896.html
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