El apetito es más que un simple deseo de comer. Es una combinación compleja de procesos emocionales, conductuales, cognitivos y fisiológicos en el cuerpo, según The Conversation (Australia).
Cuando estamos enfermos, los mecanismos biológicos que nos estimulan a desear carbohidratos cumplen las siguientes funciones:
Aumentar la inmunidad
Los cambios en tu cuerpo cuando estás enfermo pueden provocar antojos de alimentos con alto contenido en carbohidratos.
Cuando una enfermedad ataca el cuerpo, el sistema inmunitario comienza a activarse para eliminar el patógeno. Por lo tanto, para funcionar correctamente, el sistema inmunitario necesita más energía. Este fenómeno suele provocar un aumento del metabolismo corporal, lo que incrementa la demanda de energía y la absorción de nutrientes.
Los alimentos con azúcar y almidón son una fuente de energía rápida y abundante. Sin embargo, consumir demasiada azúcar, por encima del nivel necesario, puede causar fácilmente inflamación en el cuerpo, lo que dificulta la recuperación.
Debido a la respuesta al estrés
Estar enfermo genera estrés en el cuerpo. El estrés aumenta las hormonas adrenalina y cortisol y moviliza la energía del cuerpo para afrontar la situación estresante.
Por lo tanto, el estrés prolongado altera el equilibrio energético del cuerpo, provocando deficiencias nutricionales y estimulando el apetito. Como resultado, el cuerpo ansía alimentos ricos en energía, como el almidón y el azúcar.
El sistema de recompensa del cerebro
Si el paciente no tiene apetito, especialmente alimentos ricos en carbohidratos, puede deberse a cansancio, malestar, náuseas o alteraciones en el gusto.
Comer alimentos con alto contenido de azúcar y almidón activa fácilmente el sistema de recompensa del cerebro, aumentando la secreción de neurotransmisores que nos hacen sentir bien, como la dopamina y la serotonina.
Sin embargo, no todas las personas enfermas tienen antojos de carbohidratos. Si una persona enferma no tiene apetito, especialmente por alimentos ricos en carbohidratos, puede deberse a cansancio, malestar, náuseas o alteración del gusto.
Otras causas incluyen la ralentización del metabolismo y el consumo excesivo de alimentos líquidos como papillas, sopas, agua o té. El consumo de estos alimentos aumenta la sensación de saciedad y reduce el apetito, según The Conversation.
[anuncio_2]
Enlace de origen
Kommentar (0)