Hay fotos que no necesitan pie de foto para dejar a la gente sin palabras. La foto que captura el momento en que el primer ministro Pham Minh Chinh abrazó a una madre que acababa de perder a tres hijos en las inundaciones de Dien Bien es un ejemplo de ello.
La madre es Sung Thi Ly, de la comuna de Xa Dung, provincia de Dien Bien. La inundación repentina azotó la madrugada del 1 de agosto, mientras toda la familia dormía profundamente. Sus tres hijos no lograron escapar a tiempo y quedaron sepultados bajo las rocas y la tierra, y su pequeña casa quedó devastada.
Durante su inspección y visita a las víctimas de las inundaciones la tarde del 3 de agosto, el Primer Ministro se encontró con una madre de 28 años con el rostro demacrado tras muchas noches de insomnio buscando a su hijo en vano. Cuando el Primer Ministro le tendió la mano, ella apoyó la cabeza en su hombro. Sin mediar palabra, sin necesidad de presentación, sin formalidades.
El Primer Ministro visitó y animó a las personas afectadas por las fuertes lluvias, inundaciones y deslizamientos de tierra. (Foto: VGP/Nhat Bac)
En ese momento, fue como si hubiera encontrado un lugar para llorar. Permiso para llorar. Llorar por los tres hijos que acababa de perder. Llorar por los días de fuertes lluvias e inundaciones, cuando el lodo lo sepultó todo. Llorar por el cansancio, el resentimiento y la indignación que antes tuvo que tragarse para encargarse del funeral, para mantenerse firme entre tanta gente.
Y el Primer Ministro, que acababa de caminar sobre los deslaves, a través de los techos destrozados y los profundos pozos de lodo, también guardó silencio. Le puso la mano suavemente en la espalda, abrazándola como un padre que consuela a su hija que acaba de sufrir una pérdida indescriptible. Las montañas y los bosques parecían haber dejado de rugir, el lodo había dejado de rodar, y solo se oían los sollozos de un jefe de gobierno y una madre que acababa de perder a sus tres hijos en la inundación.
Esta no es la primera vez que las víctimas de las inundaciones ven al primer ministro Pham Minh Chinh aparecer entre lodo y lágrimas. El año pasado, en Lang Nu, la zona inundable de Lao Cai, usó un bastón para caminar a través del lodo espeso y entrar en aldeas aisladas. En aquella ocasión, no solo fue a inspeccionar, sino también a presenciar el sufrimiento extremo: casas derrumbadas, adultos sepultados, niños ahogados, escuelas desaparecieron, aldeas enteras se quedaron sin señal telefónica...
Los medios de comunicación captaron la imagen del Primer Ministro enjugándose las lágrimas durante una reunión con líderes provinciales. Un líder que ha vivido la agitación política, ha estado en el epicentro de la pandemia de COVID-19 y se ha encontrado en medio de crisis socioeconómicas, no pudo ocultar su emoción al enterarse de las vidas de los pequeños arrasados por tormentas e inundaciones.
El jefe de gobierno puede ser duro en el parlamento y feroz en las reuniones, pero sigue siendo una persona compasiva ante el dolor del pueblo. Y quizás esa sea la imagen que más le inspira confianza y cariño.
El primer ministro Pham Minh Chinh visita comunas gravemente afectadas por inundaciones y deslizamientos de tierra en la provincia de Dien Bien. (Foto: VGP/Nhat Bac)
Según las estadísticas, hasta el 2 de agosto, las inundaciones en Dien Bien han causado la muerte de 10 personas, herido a 7, cientos de familias perdieron sus hogares y sus propiedades fueron arrasadas. Numerosas obras de tránsito, puentes, escuelas y puestos médicos quedaron destruidos o gravemente inundados. Algunas zonas quedaron completamente aisladas y el tráfico quedó paralizado.
Entre esas cifras se encuentran innumerables historias desgarradoras como la de la Sra. Sung Thi Ly. La voz perdida que llama a su hijo. La mano del padre cavando en la tierra para encontrarlo. Los ojos desconcertados de los sobrevivientes que han perdido a sus seres queridos, sus hogares y sus campos.
Seguimos recordándonos que cada año hay tormentas e inundaciones, y cada año hay niños que mueren antes de crecer. Pero en esta triste repetición, la gente necesita más que nunca la presencia de líderes solidarios, no solo en el papel, sino también con acciones concretas y sinceras.
El Primer Ministro no habló mucho durante esos viajes. Observó, escuchó y preguntó a cada persona y a cada equipo de rescate. Se paró junto a casas que acababan de ser derruidas, habló con niños que acababan de perder a sus padres, y muchas veces, sus ojos estaban rojos. Esa emoción no pretendía crear una imagen, sino que provenía de una genuina empatía.
La foto del Primer Ministro abrazando a una madre que perdió a su hijo será compartida muchas veces más, porque no solo captura un momento emotivo sino que también se convierte en un símbolo: un símbolo de cercanía, de un líder que sabe sufrir con el pueblo, sabe llorar, sabe abrazar a sus compatriotas en los momentos más difíciles.
Y a veces, un abrazo fuerte, una lágrima es lo que hace a la gente creer más que mil promesas.
Vtcnews.vn
Fuente: https://vtcnews.vn/giot-nuoc-mat-va-cai-om-cua-thu-tuong-ar957748.html
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