La operación “Am Ke-Lavi” y el punto de inflexión en la estrategia de Israel
Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), los objetivos atacados incluían instalaciones relacionadas con el programa nuclear iraní, fábricas de misiles balísticos, centros logísticos y la sede del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI). La operación se llevó a cabo con gran precisión, demostrando no solo la superioridad tecnológica de Israel, sino también su clara determinación política de disuadir a Irán por la fuerza.
Los daños sufridos por Irán se consideran los más graves en décadas. Se ha confirmado la muerte de tres figuras clave del sistema de seguridad militar iraní: el comandante del CGRI, Hossein Salami; el jefe del Estado Mayor General, Mohammad Bagheri; y Gholam-Ali Rashid, comandante de la unidad Hatem al-Anbiya, a cargo de la infraestructura militar.
Además, las pérdidas humanas en el programa nuclear demuestran aún más el nivel de intencionalidad y la profundidad estratégica del ataque israelí. Entre las víctimas se encontraban Fereydoon Abbasi Davani, exdirector de la Organización de Energía Atómica de Irán, y al menos otros seis científicos .
Este ataque no solo ataca las capacidades militares de Irán, sino también el "cerebro" de su tecnología nuclear, un claro y profundo golpe disuasorio, con el objetivo de contener a Teherán antes de que la capacidad de disuasión de Israel se vuelva ineficaz. La situación actual no solo pone a la región en alerta, sino que también conlleva el riesgo de extender el conflicto, con consecuencias impredecibles para la seguridad global.
Para Israel, el ataque fue una clara declaración de una nueva doctrina estratégica. Con el nombre en clave "Am Ke-Lavi" (El León Ascendente), la operación marcó un cambio de una política de disuasión a un enfoque proactivo y doctrinal destinado a impedir que Irán adquiriera cualquier nivel de capacidad nuclear.
Los ataques aéreos tuvieron como objetivo zonas densamente pobladas, obligando a miles de iraníes a huir. Los cortes de electricidad generalizados, las interrupciones de las comunicaciones y los daños a la infraestructura han creado una profunda sensación de inseguridad, inusual incluso en el contexto de la prolongada confrontación entre ambos países. No se trató solo de un ataque contra objetivos militares, sino de un golpe simbólico a la seguridad nacional de Irán.
Israel no ha ocultado sus objetivos estratégicos. En un discurso televisado, el primer ministro Benjamín Netanyahu declaró que Israel había superado la fase de "ser rehén del miedo", calificando la operación de "lucha entre la luz y la oscuridad". Sus comentarios enfatizaron que no se trataba de una reacción, sino de la expresión de una convicción fundamental: no se debe dar a Irán la oportunidad de desarrollar armas nucleares.
El Jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, confirmó que la operación se había planeado durante meses, con la participación sincronizada de todo el sistema de defensa. Esto confirma que la operación no fue una respuesta a un evento específico, sino una medida que se venía gestando desde hacía tiempo, de acuerdo con una nueva doctrina de seguridad en la que Israel no solo es preventivo, sino que también está dispuesto a actuar proactivamente a pesar de la presión diplomática.
Por lo tanto, la operación “Am Ke-Lavi” no sólo es un hito en las relaciones entre Israel e Irán, sino también una clara señal de una nueva era en Oriente Medio, donde la seguridad regional está determinada por acciones unilaterales y demostraciones de poder, más que por el diálogo o las restricciones internacionales.
Israel, Irán y el umbral de un gran conflicto
Mientras miles de iraníes son evacuados, la infraestructura se paraliza y una sensación de inseguridad se extiende por todo el país, la pregunta es: ¿se trata simplemente de otra ronda de escalada en la lógica familiar del conflicto regional, o del punto de partida de una guerra más amplia que involucra a potencias externas?
El ataque no fue un estallido espontáneo, sino la culminación de meses de tensiones latentes: la campaña militar en la Franja de Gaza, la presión interna con una ola de protestas contra la reforma judicial, la frustración pública, así como las negociaciones entre Irán y los Estados Unidos: todo ello creó el momento "perfecto" para que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu lanzara una campaña que cambiara las reglas del juego.
Es evidente que el primer ministro Netanyahu ha demostrado ser un político hábil que no solo reacciona ante las amenazas, sino que también las aprovecha. Con su espacio político reducido por las crisis nacionales e internacionales, la operación "Am Ke-Lavi" actúa como una doble palanca: reafirma su papel de "protector nacional" y socava la idea de cualquier acuerdo entre Teherán y Washington. En opinión de Netanyahu, un Irán debilitado, aislado y presa del pánico no solo es un objetivo militar, sino también una condición para mantener la posición estratégica de Israel en la región.
Pero el riesgo reside en la magnitud de la acción, afirma Murad Sadygzade, director del Centro de Estudios de Oriente Medio y profesor visitante de la Universidad HSE de Moscú. La respuesta de Irán no se limitará a declaraciones airadas ni a unos pocos ataques aéreos de represalia. Teherán podría optar por una respuesta asimétrica, sostenida y en múltiples frentes, a través de Hezbolá en el Líbano, las milicias chiítas en Irak o los hutíes en Yemen, todos ellos que han demostrado una auténtica capacidad ofensiva en los últimos años.
Incluso si no desembocan en una guerra abierta, estos ataques podrían perjudicar gravemente los intereses israelíes y provocar una reacción política global, especialmente si las bajas civiles iraníes son elevadas. En ese caso, a la opinión internacional, aunque no esté del lado de Teherán, le resultaría difícil seguir apoyando la estrategia israelí de ataque preventivo. Incluso Estados Unidos y Europa, aliados tradicionales, podrían tener que distanciarse para evitar verse arrastrados a una nueva espiral de violencia.
Mientras Israel apuesta por la determinación y la superioridad militar, Irán podría optar por responder con persistencia estratégica, paciencia y ataques indirectos. Estados Unidos se encuentra atrapado entre su deseo de mantener su influencia regional y el temor de verse arrastrado a otra guerra cuando tiene otras prioridades estratégicas.
El mundo se enfrenta a una situación delicada en la que un solo error de cálculo o provocación podría descontrolar un conflicto. La razón exige moderación, pero la historia de Oriente Medio demuestra que el honor, el miedo y la ambición suelen ser más fuertes que la razón, y a veces una pequeña chispa basta para desatar una gran explosión.
Hung Anh (colaborador)
Fuente: https://baothanhhoa.vn/tu-gaza-den-tehran-israel-mo-mat-tran-moi-de-lat-the-co-252181.htm
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