La meseta de peso es una condición en la que, a pesar de mantener una dieta baja en calorías y hacer ejercicio regularmente, el cuerpo no logra perder más peso, incluso si aún queda mucha grasa abdominal. Este fenómeno supone un verdadero obstáculo para quienes intentan comer y hacer ejercicio para lograr el cuerpo y el peso ideales, según The Conversation (Australia).
Las mesetas de peso hacen que sea difícil perder esos últimos kilos de grasa.
De hecho, la pérdida de peso es un mecanismo biológico natural del cuerpo. Al ajustar nuestra dieta, reducir las calorías y aumentar la actividad física, el déficit calórico será muy grande. Gracias a ello, el peso y el exceso de grasa corporal disminuirán.
Una persona que ha bajado de peso con éxito se sentirá feliz, pero su cuerpo no reacciona de esa manera. Al estar bajando de peso, el cuerpo reaccionará como si existiera una amenaza natural, como la escasez de alimentos, y activará una respuesta fisiológica para protegerse.
Esta reacción ralentiza el metabolismo, lo que reduce la quema de calorías, a la vez que estimula la hormona del hambre, la grelina, para provocar antojos y aumentar la acumulación de grasa. Este mecanismo contribuye a aumentar la capacidad de supervivencia en la naturaleza, pero en las personas que pierden peso, ralentiza el ritmo de la pérdida y luego la detiene por completo.
Al experimentar la pérdida de peso, las personas deben hacer algunos ajustes.
Las investigaciones sugieren que las mesetas pueden comenzar de 3 a 6 meses después de perder peso. En personas que pierden mucho peso, como varias decenas de kilos, las mesetas pueden aparecer más tarde. Sin embargo, para cuando alcancen los últimos 2 kilos de grasa sobrante, no habrán perdido más.
Cuando las personas experimentan un estancamiento en su peso, necesitan hacer algunos ajustes. Primero, deben reconsiderar sus objetivos de peso. No siempre es bueno seguir perdiendo peso. Si no puede bajar de peso, es mejor aumentar la masa muscular mientras reduce el exceso de grasa. Puede que el peso no cambie, pero la proporción de grasa a músculo sí.
El manejo del estrés también es importante porque el estrés aumenta los niveles de cortisol del cuerpo, lo que estimula el almacenamiento de grasa y provoca antojos, según The Conversation.
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