Lavarse la cara más de dos veces al día o dejar el limpiador en la piel durante más de 1 minuto puede dañar la barrera protectora natural de la piel, causando sequedad y desequilibrio del pH.
Solo debes lavarte la cara dos veces al día, mañana y noche. (Fuente: Shutterstock) |
1. Lavarse la cara demasiadas veces al día
La limpieza es un paso importante que no se puede omitir para ayudar a que la piel tenga las condiciones necesarias para regenerarse. Sin embargo, una limpieza excesiva dañará la barrera protectora, volviendo la piel sensible y propensa a irritarse.
Solo debes lavarte la cara dos veces al día, por la mañana y por la noche. En otros momentos del día, si necesitas limpiarte la cara, puedes usar una toalla suave o salpicar agua sobre la piel para eliminar el sudor y la suciedad.
Incluso si tienes la piel grasa, no debes abusar del limpiador, sino que puedes lavarte con agua limpia entre lavados.
2. Dejar el limpiador en la piel durante demasiado tiempo.
Al usar desmaquillante o limpiador, no lo deje actuar sobre la piel demasiado tiempo, ya que puede debilitar fácilmente la barrera protectora natural de la piel y causar un desequilibrio del pH. Es recomendable no dejar estos productos en la piel más de un minuto.
3. Uso excesivo de productos exfoliantes
A algunas personas les preocupa que su piel facial no esté limpia, por lo que suelen usar limpiadores faciales con propiedades exfoliantes con la esperanza de lograr una limpieza profunda. Sin embargo, este método de exfoliación física suele contener partículas exfoliantes que pueden causar daños fácilmente si no se presta atención a la frecuencia e intensidad de su uso.
Frotar y exfoliar demasiado puede hacer que tu piel se vuelva sensible y propensa a enrojecimiento e irritación. Tanto en el rostro como en el cuerpo, no deberías exfoliarte más de 3 veces por semana.
Los dermatólogos recomiendan usar un limpiador suave adecuado para tu tipo de piel. Para la exfoliación, debes usar un exfoliante químico para limpiar profundamente los poros.
4. Lavarse la cara con agua demasiado fría o demasiado caliente.
En verano, suele gustar usar agua fría para lavarse la cara, pero en invierno, el agua caliente es la mejor opción. Sin embargo, ni el agua caliente ni el agua fría son adecuados, ya que pueden causar fácilmente un choque térmico en la piel, causando irritación y enrojecimiento.
La mejor temperatura para lavarse la cara es la temperatura corporal, alrededor de 37 grados centígrados.
5. Limpia la cara después de lavarla.
Esto no es incorrecto, pero es importante tener en cuenta que debes usar una toalla de algodón suave para absorber suavemente el exceso de agua de la piel. Evita usar una toalla facial para frotar o frotar con fuerza la piel, ya que esto genera mucha presión, lo cual puede dañarla y hacerla más sensible.
Además, también hay que prestar atención al lavado y secado de las toallas porque también son elementos que acumulan fácilmente bacterias, suciedad y sudor.
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