El reciente conflicto entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), que ha dejado cientos de muertos, muestra la compleja interacción entre las fuerzas nacionales y extranjeras. Estos factores han provocado la escalada del conflicto, con el alto el fuego que se ha roto repetidamente a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional.
El general Mohammed Hamdan Dagalo, jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (izquierda) y el general Abdel Fattah Burhan, jefe del ejército sudanés (Fuente: Arab News) |
Desde el derrocamiento del expresidente sudanés Omar al Bashir en 2019, actores regionales como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Israel se han involucrado profundamente en Sudán. Su apoyo a las facciones en pugna ha exacerbado la situación, avivando el conflicto y provocando el caos actual.
La disputa entre dos generales
El vacío de poder creado por los 30 años de gobierno del presidente al-Bashir brindó una oportunidad única para que los dos generales se disputaran el poder y ejercieran influencia. Inicialmente, se aliaron contra el gobierno civil del expresidente Abdulá Hamdok, a raíz de un acuerdo de reparto de poder de agosto de 2019 entre las fuerzas militares y civiles del país. En octubre de 2021, dieron un golpe de Estado que derrocó al gobierno del presidente Hamdok y tomó el poder, poniendo fin abruptamente a la breve transición de dos años tras la destitución de al-Bashir.
Desde entonces, las divisiones y desacuerdos entre al-Burhan y Hemedti han aumentado significativamente. Hemedti culpa a al-Burhan del deterioro económico y de la seguridad en Sudán. Las tensiones entre ambas partes alcanzaron su punto álgido tras la firma de un acuerdo marco en diciembre del año pasado. El acuerdo pretendía facilitar la retirada del ejército de la política y la transferencia de poder a los civiles. También pretendía integrar las Fuerzas de Fuerza Revolucionaria (FAR) en el ejército bajo el mando de Burhan. Un plan delicado que solo profundizó los desacuerdos entre ambas partes.
En los últimos meses, ambas partes han intentado explotar los términos del acuerdo para promover sus intereses y lograr sus objetivos. Al Burhan ha acelerado el proceso de integración de las Fuerzas de Defensa de Siria (FDR) en el ejército, una medida que podría reducir la influencia de su rival Hemedti, quien ha enfatizado la transferencia de poder a civiles para limitar el poder de Al Burhan como jefe del Consejo Soberano de Transición (CST).
En un esfuerzo por convertir su desacuerdo con Al Burhan en una lucha por la democracia en lugar de una lucha de poder, Hemedti formó una alianza con las Fuerzas de la Libertad y el Cambio (FFC), una coalición civil clave que lideró el levantamiento contra el ex presidente Al Bashir.
El general Hemedti también aprobó las demandas de las FFC de una transferencia de poder civil y de que el ejército sudanés regresara a los cuarteles para destituir a al-Burhan. Con el tiempo, la desconfianza entre ambos generales se volvió profunda e irreparable.
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Factores regionales
Al igual que en otros conflictos en Oriente Medio y el norte de África, actores externos como Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Israel desempeñan un papel clave en la exacerbación de la crisis actual en Sudán.
Egipto ha aplicado una política deficiente y miope hacia Sudán, lo que ha contribuido en gran medida a la actual disputa entre al-Bashir y Hemedti. Tras la destitución de al-Bashir, el régimen del presidente egipcio El Sisi se ha empeñado en impedir un gobierno civil, y mucho menos democrático, en Sudán.
Para el presidente Sisi, esto se consideraba una amenaza existencial para la supervivencia del régimen. Como resultado, El Cairo respaldó a la facción militar liderada por al-Burhan y Hemedti para socavar al gobierno civil. Además, El Cairo alentó el golpe de Estado contra el gobierno de Hamdok, poniendo fin al período de transición y allanando el camino para los conflictos actuales.
Actores externos como Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel desempeñan un papel importante en el agravamiento de la crisis actual en Sudán (Fuente: premiumtimesng.com) |
La política de Egipto hacia Sudán se guía por tres objetivos principales. En primer lugar , Egipto busca consolidar el gobierno militar en Sudán para poder controlarlo y manipularlo de forma favorable a Egipto.
En segundo lugar , Egipto se aseguró de que Sudán no siguiera una política exterior independiente que pudiera afectar a sus intereses, especialmente en lo que respecta a la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), que es motivo de gran preocupación para El Cairo.
En tercer lugar , el Presidente Sisi quiere evitar el colapso de Sudán, lo que plantearía importantes desafíos políticos, geoestratégicos, económicos y humanitarios para Egipto, especialmente ahora que el país enfrenta una grave crisis económica.
La estrategia de Egipto en Sudán ha tenido el efecto contrario sobre estos intereses. Al apoyar al régimen militar sudanés, Egipto ha sembrado la división y la discordia no solo entre las fuerzas militares y civiles, sino también entre estas últimas y las Fuerzas de Defensa de Sudán (FDR). Egipto ha buscado crear un proceso paralelo al acuerdo marco para sembrar la discordia y la división entre las facciones políticas sudanesas.
Al hacerse evidente la ruptura entre Al Burhan y Hemedti, Egipto se puso del lado de Al Burhan en lugar de desempeñar el papel de mediador. El presidente Sisi creía que Al Burhan era un socio más confiable y que defendería los intereses de Egipto. Hemedti, por otro lado, tenía estrechos vínculos con aliados extranjeros, lo que despertó más sospechas en El Cairo. El apoyo de Egipto a Al Burhan es la principal causa de la crisis actual.
Varios informes han destacado que Egipto proporcionó aviones de combate y pilotos para apoyar a las Fuerzas Armadas Sudafricanas (FAS) en su conflicto contra las Fuerzas de Defensa de Sudán (FDR). Al comienzo de la guerra, las FDR capturaron a 27 soldados egipcios estacionados en la base aérea de Merowe, en Sudán, y a muchos otros en otros lugares.
A pesar de los largos vínculos históricos y geográficos entre ambos países, Egipto ha visto disminuir su influencia en Sudán en los últimos años. Esto se refleja en su exclusión del Cuarteto —integrado por Estados Unidos, el Reino Unido, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos— encargado de supervisar la transición de Sudán. La búsqueda de apoyo por parte de Egipto de aliados regionales como los Emiratos Árabes Unidos para asegurar la liberación de los soldados retenidos por las Fuerzas de Seguridad Revolucionarias (RSF) es un claro indicio de ello.
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El papel del Golfo
Durante la última década, los Estados Árabes del Golfo, especialmente Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han desempeñado un papel clave en los asuntos de Sudán. Forjaron fuertes vínculos con el antiguo régimen de Omar al Bashir, ayudándolo a afrontar los desafíos de la época. A cambio de miles de millones de dólares en subvenciones, préstamos e inversiones, al Bashir brindó apoyo militar y envió tropas para apoyar la campaña de ambos países contra los hutíes en Yemen en 2015.
Además, el régimen de Al Bashir se alineó con Arabia Saudita contra Irán y rompió vínculos con ese país en 2016. Estas medidas marcaron un cambio significativo en la política exterior de Sudán, que se había caracterizado por estrechos vínculos con Irán.
Tras el levantamiento de 2019 que derrocó a Al Bashir, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita establecieron estrechos vínculos con los líderes de las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las Fuerzas de Defensa de Sudán (FRS). Ante el temor de la expansión de los movimientos prodemocráticos en la región, ambos países, con sus amplios recursos, apoyaron al ejército sudanés para impedir el establecimiento de un gobierno civil y democrático. Al igual que Egipto, ambos países respaldaron el golpe de Estado de 2021 contra el gobierno civil liderado por Hamdok, a pesar de la condena internacional y los llamados a su restitución.
Sin embargo, ambos países tienen intereses diferentes, y a veces contrapuestos, en Sudán, por lo que tienden a apoyar a bandos opuestos en el conflicto actual. Arabia Saudita mantiene una larga y sólida relación con Al Burhan, mientras que Emiratos Árabes Unidos ha invertido considerablemente en Hemedti a lo largo de los años.
El humo se eleva sobre los edificios durante los enfrentamientos entre las Fuerzas de Seguridad Revolucionarias de Siria (RSF) y las tropas gubernamentales en Jartum (Fuente: Reuters) |
El apoyo de Arabia Saudita a las Fuerzas Armadas del Sudán y a Al-Burhan responde a varios objetivos. En primer lugar , Arabia Saudita busca proteger sus intereses en el Mar Rojo de posibles competidores regionales e internacionales como Turquía, Irán, los Emiratos Árabes Unidos y Rusia. Esto incluye asegurar las rutas marítimas, el acceso a los recursos naturales y mantener la estabilidad y la seguridad en la región.
En segundo lugar, el enfoque de Arabia Saudita en la seguridad del Mar Rojo es parte integral de la Visión 2030 del Príncipe Heredero Mohammed bin Salman, que apunta a diversificar la economía saudí y posicionar al país como un centro global de comercio, innovación y turismo.
En tercer lugar , Arabia Saudita busca proteger sus inversiones económicas y financieras en diversos sectores de Sudán, como la agricultura, la energía, el agua, el saneamiento, el transporte y las telecomunicaciones. Dado que Sudán tiene un importante potencial de crecimiento y desarrollo en estos sectores, Arabia Saudita considera que sus inversiones en ellos son vitales para los intereses económicos de Sudán y para los suyos propios.
En última instancia, Arabia Saudita está interesada en fortalecer su papel emergente como potencia regional y consolidar su posición como nuevo líder regional. En los últimos días, Arabia Saudita ha facilitado conversaciones directas entre las facciones rivales de Sudán con el apoyo de Estados Unidos. El objetivo de estas conversaciones es asegurar un alto el fuego duradero que pueda allanar el camino para las negociaciones políticas y, en última instancia, poner fin al conflicto en curso. Sea cual sea el resultado de estas conversaciones, revelará el alcance de la influencia de Arabia Saudita en Sudán.
Mientras tanto, los Emiratos Árabes Unidos han forjado una sólida relación con Hemedti en los últimos años, reconociéndolo como un aliado clave que puede impulsar sus diversos intereses en Sudán y la región en general. En primer lugar , los Emiratos Árabes Unidos buscan erradicar los remanentes del antiguo régimen sudanés, especialmente a aquellos que consideran islamistas a nivel nacional, regional e internacional. Hemedti se ha posicionado hábilmente junto a Abu Dabi contra los islamistas en Sudán y más allá. Hemedti ha enmarcado la disputa como una lucha contra los extremistas islamistas que desean que Sudán quede aislado y sumido en la oscuridad, lejos de la democracia. Este es también el lenguaje que utilizan los líderes árabes para describir a sus oponentes.
En segundo lugar, los Emiratos Árabes Unidos buscan proteger sus intereses estratégicos en el Mar Rojo y el Cuerno de África. En diciembre de 2022, firmaron un acuerdo de inversión de 6.000 millones de dólares con Sudán para construir un nuevo puerto en la costa del Mar Rojo.
En tercer lugar, los Emiratos Árabes Unidos han invertido en el sector agrícola de Sudán para garantizar el suministro de alimentos. El pasado junio, ambos países firmaron un memorando de entendimiento sobre una iniciativa agrícola que incluye un nuevo puerto en el Mar Rojo.
Los Emiratos Árabes Unidos consideran a Hemedti un socio indispensable para lograr estos objetivos y le han brindado apoyo financiero, político y militar en los últimos años. Según informes, Emiratos Árabes Unidos ha proporcionado a Hemedti una plataforma para gestionar sus finanzas y ha ofrecido apoyo de relaciones públicas a las Fuerzas de Defensa de Arabia Saudita (RSF). Además, se dice que el general Khalifa Haftar, un importante aliado de los Emiratos Árabes Unidos, brinda apoyo militar a las RSF.
Se ha informado de que Haftar ha enviado combustible, armas y otros recursos para apoyar a Hemedti contra Al-Burhan. La alianza entre los Emiratos Árabes Unidos, Haftar y Hemedti ha sido un aspecto clave del panorama geopolítico y de seguridad en Sudán y el norte de África durante varios años.
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Israel involucrado en la crisis de Sudán
Desde el estallido de hostilidades en Sudán, Israel ha mostrado profunda preocupación por el impacto en las esperanzas de normalizar las relaciones. En 2020, ambos países acordaron normalizar las relaciones, pero aún no han firmado un tratado integral para completar el proceso.
De hecho, Israel valora sus intereses en Sudán por diversas razones. Tel Aviv considera crucial lograr un tratado de paz con Sudán para ampliar los Acuerdos de Abraham y normalizar las relaciones con otros estados árabes. Dicha normalización fortalecería la influencia de Israel en los países del África subsahariana, con los que ha forjado fuertes vínculos en las últimas décadas. Además, Israel se beneficiaría de los abundantes recursos naturales de Sudán.
Por lo tanto, tras el derrocamiento de Al Bashir, Israel intentó establecer relaciones sólidas con Al Burhan y Hemedti. En febrero de 2020, Al Burhan se reunió en secreto con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en Uganda y acordaron normalizar las relaciones. Tras la adhesión de Sudán a los Acuerdos de Abraham en octubre de 2020, la relación entre ambos países se fortaleció aún más, con funcionarios israelíes que visitaron Jartum y se reunieron con Al Burhan y Hemedti en varias ocasiones. Ambos han expresado su interés en profundizar las relaciones con Israel. El servicio de inteligencia israelí, el Mossad, ha establecido estrechos vínculos con Hemedti en los últimos años.
En 2020, se informó que Emiratos Árabes Unidos había organizado una reunión secreta entre Hemedti y el entonces director del Mossad, Yosi Cohen. Ambos se reunieron en Jartum en junio de 2021, lo que también enfureció a Al Burhan. Es evidente que Hemedti había establecido canales de comunicación independientes con Israel para llevar a cabo sus planes en Sudán.
Israel se ha ofrecido a mediar entre las dos partes en conflicto para poner fin a los combates en Sudán. Sin embargo, las autoridades israelíes están divididas sobre a qué bando apoyar. El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí ha establecido estrechos vínculos y ha colaborado con Al Burhan para impulsar la normalización. No obstante, los funcionarios del Mosad tienden a favorecer a Hemedti debido a sus fuertes vínculos con los Emiratos Árabes Unidos.
En resumen, la profunda y compleja participación de los actores regionales en Sudán ha obstaculizado considerablemente los esfuerzos para resolver el conflicto en curso. Si bien se considera que estos actores desempeñan un papel constructivo en la negociación de una solución a la crisis, su propia participación ha alimentado la escalada del conflicto y ha exacerbado la complejidad de la búsqueda de una paz y estabilidad duraderas en Sudán.
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