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Mono - la leyenda de la montaña

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Báo Bình ThuậnBáo Bình Thuận12/06/2025


PARTE I:

EL ALMA DEL BOSQUE

Desde la época en que las montañas y los bosques aún eran dominio de espíritus ancestrales, se transmitían historias sobre una extraña criatura, nacida de la luna de sangre y los suspiros del gran bosque. Era Mono, un mono mohoso que presagiaba un gran cambio en las montañas y los bosques.

El mono es diferente a los demás. Su pelaje es de color amarillo ceniza, brillando plateado bajo la luz del sol, como si estuviera cubierto de polvo de estrellas del cielo. Sus brazos son largos y fuertes, capaces de romper ramas de árboles centenarios de un solo tirón. Y lo más especial de todo es el mechón de pelo en la parte superior de su cabeza, que se extiende en dos corrientes simétricas, como la corona del mono en la mitología antigua.

Nació bajo el árbol sagrado K'Thu, junto al arroyo Da Ru, un arroyo sagrado que, según los antiguos, fue creado por el llanto de una pequeña hada del bosque. Los antepasados ​​de Mono dijeron una vez: «Eres hijo de la luna del bosque. En la noche de la luna roja, tu destino cambiará».

La infancia de Mono transcurrió entre el canto de los pájaros y el aroma de la miel silvestre, donde todos los seres vivos vivían en armonía, como parte del gran espíritu del antiguo bosque. Era travieso, inteligente y también bondadoso. Muchas veces, Mono quebraba ramas y las bajaba para que los monitos recogieran fruta, y cubría a las ardillas de la lluvia. Por eso, todas las criaturas del bosque lo querían y respetaban como a un "pequeño rey".

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PARTE II:

SOMBRA HUMANA EN EL BOSQUE

Entonces, un día, en plena temporada de floración, cuando el valle resplandecía de color, tres figuras aparecieron por primera vez. Acamparon bajo el sagrado Árbol Perezoso, donde los antepasados ​​de Mono solían bailar cada noche de luna llena para pedir una buena cosecha. Los monos entraron en pánico y huyeron ladera arriba. Pero Mono era diferente; sentía… curiosidad.

Todos los días, se asomaba desde la copa del árbol y veía hombres encendiendo fogatas, cocinando y hablando con sonidos extraños. Un hombre canoso dejaba fruta en una gran roca. Una vez, dejó un plátano en la roca y retrocedió. Mono se acercó, cauteloso. Tomó el plátano y, en un instante, desapareció entre el follaje.

A partir de entonces, algo cambió. Los encuentros se hicieron más frecuentes, más amistosos. La gente traía arroz, maíz, pitahaya; cosas que Mono desconocía. Con su agudo olfato y gusto, Mono lo supo con claridad: este era un mundo de milagros. La comida que salía de las manos de la gente sabía diferente, como una mezcla de luz solar y sal marina.

Mono le contó a Nut De —una grácil mona de pelaje castaño y ojos redondos que brillaban como gotas de rocío— sobre el mundo exterior. Ambos se separaban a menudo del grupo y vagaban por las altas laderas de las montañas, descubriendo nuevas formas de vida. Mono empezó a soñar con un futuro armonioso, donde monos y humanos vivieran juntos como amigos.

Pero no sabía que cualquier luz que brillara en el bosque dejaba una sombra.

PARTE III:

CUANDO LA MÁSCARA CAE

En una mañana tranquila como cualquier otra, cuando el rocío aún cubría la hierba y los monitos jugaban bajo el árbol Bodhi, Mono sintió algo extraño en el corazón, como una premonición de su propia sangre. Ese día, los humanos volvieron a traer comida. Maíz maduro y fruta del dragón roja se extendían en el límite del bosque. Los monos charlaban y acudían como niños que reciben regalos. Risas y bailes resonaban por todo el bosque.

De repente, “¡CRACK!”, un sonido agudo, como un cuchillo atravesando el cielo.

Antes de que nadie pudiera comprender lo que sucedía, una red gigante cayó del cielo, cubriendo a todo el grupo de monos. Desde el borde del bosque, aparecieron tres figuras: ya no eran las que llevaban maíz y pitahaya, sino desconocidos con rostros fríos como rocas, sosteniendo barras de hierro y ojos llameantes como animales salvajes.

El sonido de palos balanceándose. Gritos desgarradores. Monos luchando en vano. Sangre y lágrimas mezcladas en el suelo antaño considerado sagrado.

Mono y Castaña, que jugaban en las copas de los árboles, oyeron los gritos. Ambos saltaron, pero ya era demasiado tarde. Los ataron y los metieron en sacos. Mono se quedó allí, atónito. Tenía los ojos muy abiertos, como si no pudiera creer que quienes le habían dado plátanos fueran ahora quienes habían robado a su familia.

Castaña temblaba, aferrándose a Mono. Los dos supervivientes se retiraron silenciosamente al bosque, dejando tras sí un rastro de sangre roja en las hojas secas, como el primer corte en el joven corazón de Mono.

PARTE IV:

AULLIDO EN EL CIELO

Desde ese día, Mono dejó de ser él mismo. Se acabaron las tardes tumbado en la roca, la risa clara al jugar con Nut De. Sus ojos eran profundos y silenciosos como dos brasas ardiendo en la noche. Vagó por el viejo bosque, buscando rastros de sus queridos monos. Solo se oía el sonido del viento y ecos del profundo abismo, como si el bosque llorara con él. Pero el dolor no se detuvo allí.

Una mañana, el cielo caía a cántaros con una lluvia oscura como un funeral entre el cielo y la tierra, y Chestnut quedó atrapada. La rama de un árbol se alzó, tirando del alambre de acero que sujetaba firmemente su pata trasera. El grito de pánico de Chestnut atravesó la densa lluvia, resonando hasta el cañón. Monkey corrió hacia ella. Su compañera colgaba en el aire, gimiendo débilmente, con los ojos rojos por las lágrimas, implorando ayuda. La sangre goteaba de su pata como agua bendita de una herida natural.

El mono gritó, saltó, tiró de la cuerda, rompió las ramas... en vano. Sus garras no pudieron desatar la cuerda que sostenía al humano.

Esa noche, llovió a cántaros. Castaño permaneció suspendido toda la noche, cada vez que gemía suavemente, como diciendo: «Sigo vivo... no te vayas...». Mono solo pudo sentarse allí, sujetándose la cabeza, con el corazón roto.

En la mañana del tercer día, dos hombres vinieron a retirar la trampa. Se llevaron a Castaño con la delicadeza de un objeto roto. Mono se escondió en un árbol, con las manos apretadas hasta sangrar. Ya no había lágrimas. Solo rabia.

Desde ese día, Mono desapareció.

PARTE V:

FANTASMA DE LA VENGANZA

Desde el día en que se llevaron a Hat De, Mono parecía haberse transformado en una entidad diferente: ya no era el mono mohoso que amaba la vida, sino un fantasma vengativo que aparecía y desaparecía en la niebla de la Montaña Ong. Los granjeros se decían: «Hay un mono con ojos rojos como el fuego, de pie en la colina, aullando todas las tardes; a quien lo oye se le pone la piel de gallina».

Al principio, solo se desgranaba el maíz y se esparcía por todas partes. Luego, se arrancaban las batatas y se trituraba la yuca. Las trampas para animales se doblaron repentinamente, algunas incluso se desmantelaron como si alguien supiera cómo funcionaban. Cada noche, el aullido del mono resonaba, largo y desgarrador, como un grito desde las profundidades del bosque.

«Ya no es un mono», dijeron. «Es el espíritu de la montaña, el espíritu maligno que hemos despertado».

Contrataron cazadores experimentados. Colocaron trampas por todas partes: nudos corredizos, trampas de resorte, incluso trampas con plátanos y pitahaya como cebo. Pero, curiosamente, ni una sola trampa impactó a Mono. Al contrario, un día la gente encontró la trampa rota, el cebo desaparecido y solo una rama de árbol erguida, como un desafío de un intelecto burlón.

El mono no mata ni daña a las personas, pero les infunde un miedo indescriptible. Su aparición es un presagio: una tormenta inminente, una señal de muerte silenciosa. Ni siquiera los leñadores más experimentados se atreven a quedarse después del anochecer.

Pero detrás de esa venganza, hay un corazón roto.

Todas las tardes, Mono regresaba a la roca junto al arroyo Da Ru, donde él y Hat De solían jugar con los peces. Se sentaba allí durante horas, acariciando suavemente el agua con las manos y mirando hacia la espesura del bosque, como esperando el regreso de una figura familiar. Pero no había nadie. Solo se oía el murmullo del arroyo y las libélulas rojas revoloteando sobre el agua como almas de sueños muertos.

PARTE VI:

Despedida bajo la lluvia de balas

Una mañana brumosa, el agudo grito de una comadreja resonó desde el borde del campo. Mono corrió hacia ella de inmediato. Era una trampa antigua: una cuerda atada a sus patas traseras, igual que la que le había quitado a Nut De. La comadreja forcejeó, con la mirada de pánico, pidiendo ayuda.

Mono lo intentó todo: tirar de la rama, morder la liana, empujar el suelo, pero fue en vano. En ese momento de impotencia, el pasado regresó como una cascada. La imagen de Castaña, las pequeñas gotas de sangre, el débil llanto del pasado... todo parecía apuñalarle el corazón de nuevo.

Se oyó un disparo.

Dolor, frío, punzante, como un rayo directo al pecho. Mono se tambaleó. A lo lejos, un hombre se acercó, pistola en mano, con el rostro frío como una piedra.

La sangre empapó su pelaje rubio ceniza. Mono se desplomó. Antes de cerrar los ojos, vio algo extraño...

A lo lejos, Castaña estaba de pie bajo el árbol, sonriendo, extendiendo la mano hacia él. Detrás de ella estaban los monos: rostros familiares, ojos tiernos, brazos extendidos en señal de bienvenida. No más dolor. No más resentimiento.

Mono se sintió volar, ligero como el humo. Las montañas y los bosques se desvanecieron poco a poco... solo quedó el sonido del viento y la canción de cuna de las montañas y los bosques.

PARTE VII: LEYENDA

TODAVÍA VIVO

No se encontró el cuerpo del mono. Solo quedaron manchas de sangre en la roca y una hoja seca con la huella de la mano de un mono dibujada con sangre.

Desde entonces, cada vez que la luna nueva sale en las montañas, la gente oye el aullido; no es ira ni dolor, sino una llamada lejana, apacible y llena de nostalgia. Los ancianos del pueblo dicen: «El mono no ha muerto. Se ha convertido en el espíritu que guarda el bosque, la última advertencia: No insultes a la vida».

A los niños del pueblo se les enseñaba: «Si ves un mono con pelaje amarillo ceniza y ojos tristes, inclina la cabeza. Porque no es un mono, es el Rey de la Selva».

Fuente: https://baobinhthuan.com.vn/monkey-huyen-thoai-cua-nui-ong-130989.html


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