
Historia sobre una jarra de vino
Una tarde, cuando la lluvia en el bosque acababa de parar y el humo azul flotaba tenuemente en la ladera, el anciano A Briu, guardián de la jarra de vino de arroz más antigua de Kon Ray ( Kon Tum ), contó lentamente: «Antes, cuando el bosque aún era espeso y los gongs aún no habían aprendido a silenciar, cada vez que un extraño llegaba al pueblo, la gente no lo invitaba con arroz blanco y pescado seco, sino con una historia. La historia de un elefante perdido, la historia de un árbol po mu cantor, la historia del fundador de la profesión de tejedor, la historia de un arroyo fresco que curó el reumatismo».
La historia de la antigua aldea comienza con el sonido de los gongs, continúa con granos de arroz, raíces y hojas de ginseng, y termina con despedidas que resuenan como música. Desde la época de la construcción de casas largas y palafitos, los habitantes de las Tierras Altas Centrales han sabido desarrollar el turismo no solo a través de complejos turísticos, sino también mediante la hospitalidad y el arte de contar historias.
El mundo de hoy no solo viaja para ver, sino también para oír y sentir. La gente llega a tierras como las Tierras Altas Centrales no para encontrar objetos ostentosos, sino para conectar con el alma de la tierra y el alma de su gente. Las Tierras Altas Centrales lo tienen todo: bosques, montañas, arroyos, pueblos, plantaciones de café, jarras de vino de arroz, ritmos de gong, danzas xoang, telares, estufas de carbón al rojo vivo... Pero si los aldeanos no cuentan, presentan o reviven estas cosas, los turistas simplemente pasarán de largo como el viento de la montaña y luego se olvidarán.
¿Cómo decirle a la gente que lo recuerde?
Primero, cuenten la historia del pueblo. Cada pueblo tiene su propia historia sobre su formación y desarrollo. ¿Quién fue el primero en talar árboles para construir una casa sobre pilotes? ¿Quién fue el primer anciano del pueblo en celebrar un nuevo festival del arroz? Nombres como Kon Klor, Plei To Nghia… todos encierran una pequeña leyenda. Contémosla a través de un pequeño cartel frente a la puerta del pueblo, de la boca del anciano del pueblo, a través de imágenes colgadas en la casa comunal.
A continuación, cuente la historia de la artesanía. Desde el brocado y la cesta hasta la flauta de bambú y la tinaja de barro, todos son productos con alma. No se limite a vender, sino que permita que los visitantes vean el proceso de elaboración. Un día aprendiendo a tejer, un día acarreando leña por los campos, un rato sentado tejiendo cestas con madres y hermanas: esa experiencia vale más que mil palabras publicitarias.
Además, cuenten historias sobre los gongs, la música del cielo y la tierra. Los gongs no solo se tocan en festivales. Tienen su propio idioma. Hay canciones para celebrar el arroz, canciones para despedir a la gente, canciones para las relaciones de amor. Cada toque de gong es el compás de una epopeya, y la gente es la que cuenta historias desde el corazón. Organicemos una noche de gong junto al fuego, para que los invitados puedan escuchar y... intentar tocar.
Además, contamos la historia de las hierbas medicinales culinarias, como una cura del bosque. El bosque de las Tierras Altas Centrales no solo alimenta a las personas, sino que también las sana. Hojas de perilla, ginseng de roca, verduras silvestres, carne asada en tubos de bambú, pescado de arroyo marinado con sal y pimienta del bosque… cada plato es un remedio.
Cuéntales a los visitantes por qué los M'Nong no sufren dolores articulares, por qué las mujeres Ede tienen la piel sonrosada a pesar de trabajar en el campo todo el día. Dales una taza de té de raíz, come un plato peculiar de hojas y diles: «Esta es una medicina que heredé de mi abuela».
Turismo - la profesión que domina el sueño del pueblo
Los grupos étnicos del Altiplano Central han vivido en estrecha proximidad al bosque durante generaciones, sin aglomeraciones ni bullicio. Pero el turismo no requiere que te conviertas en otra persona. Solo necesitas saber apreciarte, contar la historia correcta y hablar con el corazón; entonces, el pueblo se convertirá en un destino turístico y sus habitantes, en guías turísticos sin necesidad de uniformes.
No esperes una gran casa sobre pilotes ni un cartel en inglés. Empieza con una cara sencilla, una gran sonrisa e historias como el humo de la cocina: sencillas, íntimas y cautivadoras.
Las Tierras Altas Centrales fueron mencionadas en una epopeya, comparadas con el "techo de Indochina", un lugar donde el sonido de los gongs resonó durante siglos. Hoy, las Tierras Altas Centrales necesitan seguir escribiendo esa epopeya, no con espadas y lanzas, sino con arroz de bambú, música de gong, brocados y orgullo al presentar: "Esta es mi aldea. Este es nuestro bosque. Esta es una identidad que nadie puede copiar".
El turismo comunitario no es una profesión. Es una nueva forma de vida: segura, independiente, contando tu propia historia. Si la gente necesita reescribir las historias de su pueblo en folletos, paneles informativos, videos, clips introductorios, guiones turísticos... entonces la tierra y el cielo tienen la respuesta.
Cada árbol, cada arroyo, cada gong es una historia aparte que espera ser contada. Así que no dejes que el sueño de las Tierras Altas Centrales se duerma en la cima de la colina, sino despiértalo con la voz del bosque, con las manos de la gente y con el amor por tu pueblo.
Fuente: https://baogialai.com.vn/dung-de-giac-mo-tay-nguyen-ngu-yen-tren-dinh-doi-post327912.html
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